Un poco de historia real como la muerte misma (chiste repe, lo sé).
Willie Francis tenía 16 años cuando el soberano estado de Louisiana decidió que había que darle el pasaporte eléctrico. Había matado a su jefe. Hasta aquí, tristemente, nada inusual en ese tiempo (año 1946) y lugar.
Por aquel entonces, la silla eléctrica ya tenia más de medio siglo de existencia, y todo el mundo estaba convencido de que aquello era más instantáneo que el café del desayuno de un soltero. El hecho de que Francis chillara: "¡Quitadla, que me ahogo!", mientras le daban matarile, cuestionó seriamente lo de la muerte instantánea. El caso es que después de dos latigazos, Willie seguía entre nosotros, asI que el alcaide decidió que ya habían hecho el ridículo lo suficiente y mandó a Willie de vuelta a su celda. Era la primera vez (y creo que la última) que alguien se levantaba por su propio pie después de haber tomado ese asiento.
La historia, como cabía esperar, no tiene un final feliz. El Tribunal Supremo de USA votó sobre si era o no justo volver a sentar a Willie. Los partidarios de la repetición ganaron 5-4, aunque luego uno (Felix Frankfurther) pidio clemencia para Francis. Demasiado tarde. El 9 de Mayo de 1947, las cosas sí salieron bien. O mal, según se mire.
Willie Francis posa risueño para la cámara sosteniendo un calendario. La fecha marcada es la que usted está pensando. No obstante la situación, Willie sonríe...adolescentes.
1 comentario:
lastima que al final se lo cargaran, pero ya se save como son los americanos presumen de ser los mas avanzados pero en realidad son los mas retrasados al igual que todos los paises que tienen la pena de muerte.
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