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sábado, 2 de febrero de 2008

Arriada de bandera (La lenta y repentina decadencia de la tía buena televisiva).

Ha sido durante años la diosa que reinaba en las tardes televisivas y las noches estilosas, pero, ahora, su última visita al ciruplástico y su juvenil atuendo no disimulan que ya no es la que era. El tren de la treintena ha pasado ya muchas veces por su estación y las ofertas, que antes granizaban sobre su teléfono móvil, se han tornado escasas y humillantes. "Presentación de la gala Miss Costa Azafrán" en una discoteca de la pintoresca localidad de Bercinuño. Bueno, hay que comer. Anota en su agenda: "Lunes, llamar a los del Interviú para ofrecerles un posado". Igual así la gente se acuerda de que existe. Si esto tampoco funciona, tendrá que hacer caso a su representante e intentar lo del escándalo pactado ese...

Las más listas, se emparejan con un empresario que las retira cuando llegan las vacas flacas de los carnes caídas y las patas de gallo. Las otras, resbalan sin freno por la pirámide de la actuación y el modelaje hasta llegar a su pantanosa base: el circuito de las fiestas patronales. "¡Corderabuenastás, johé!", la piropean a diario los guardines de la España profunda a la puerta del lavabo público-camerino que le ha proporcionado la comisión de festejos.

Mientras, a un par de cientos de kilómetros, otra niña que se ha saltado las clases del instituto para ir a un casting llama emocionada a su amiga Lore. "¡Tía, que me han cogido!"

A todo chica de bandera le llega el momento de arriarla.

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