Eran los reyes del mundo, los putos amos. ¡Joder, cuatro tías para ellos solos! ¡Y qué tías, la flor y nata de la facultad de periodismo de pago! Los héroes de la madrugada del sábado, eso eran. Los colegas iban a flipar cuando se lo contaran, aunque ya les tenías acostumbrados a proezas de tanta envergadura.
Ramón Encineras, alias "Monchako" y Jaime Díaz-Collins, alias "Diko" se salieron a la terraza de su apartemento compartido para descansar de tanto trajín erótico-féstivo y tomar fuerzas para el siguiente asalto.
Entre trago y calada, a "Monchako" le dio filosófica. Esas cosas pasan cuando uno mezcla demasiadas cosas en demasiado poco tiempo.
-Sabes, tío, lo mejor de todo es algún día acabaremos los dos pasando la tarde del sábado empujando un carrito de bebé por un parque.
-¡Qué dices, macho!
-Pues que llegará un momento en que, sin saber cómo, nos veremos con la oposición aprobada, padres de familia y pagando la puta hipoteca de un adosado.
-¡No jodas! ¡Yo nunca!
-Ya me lo dirás cuando cumplas 30 palos, colega.
-¡Qué paranoias tienes, tío!
-No, "metanoia", cuando te das cuenta de los gilipollas que has sido y cambias, lo llaman "metanoia".
-¡Que te digo que a mí eso nunca me va a pasar!
-Pues si no te pasa es por dos razones: o te has vuelto un viejo patético o te has muerto.
Desde dentro, las melosas voces de Cova, Lurda, Mapi y Bogos clamaban por más acción.
"Diko" se levantó para seguir la tentadora e imperiosa llamada de la carne, aunque se le había puesto un mal cuerpo que no sabía si iba a estar a la altura...
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