Fue, como todo, idea de Marcial. E Iván que no sabe decir que no.
Un semáforo, plantaron un semáforo en Gracia del Río. Allí, donde la gente siempre se apaña y todos se conocen.
El principal incentivo era que la Diputación se hacía cargo de los gastos, por esa manía de gastar por gastar y por llenar memorias de actividades que tienen los órganos públicos.
Para decidir el emplazamiento se habló con Pablo Percotaza, que había estado metido en temas de urbanismo y circulación en una importante capital, antes de mandarlo todo a la mierda y mudarse a Gracia del Río para poner un taller de bicicletas.
Y como era tan bueno en eso, en mandar a la mierda a la gente y a las cosas, pues no quiso saber nada del tema y a la mierda los mandó. Que decidir rutas de autobuses urbanos casi lo había arrastrado a la locura y no tenía intención de volver.
Total, que como no sabían qué hacer, hicieron lo que suelen en casos de absoluta desorientación: votar (y, de paso, quedaron como unos auténticos demócratas).
El caso es que, como sabios que son, los hombres y las mujeres de Gracia del Río decidieron poner su semáforo en el sitio donde menos interfiriera con el tráfico. Es decir, en mitad de la vía de menor tránsito del pueblo: "Calle de las Tetas de la Paqui" (nombre que también se decidiera en su día por referéndum popular. Es que "la Paqui" era mucha Paqui, de joven y ahora).
Al principio, la gente hacía por ir para allá con su coche, por aquello de la novedad. Pero ahora el semáforo, estropeado desde hace tiempo, se pasa el día en rojo sin que nadie se preocupe lo más mínimo de él.
El "Vergonzoso" le llaman, por aquello de que se pasa todo el día colorado.
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