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sábado, 31 de mayo de 2008

Yo sobreviví a los comedores maristas.

No estuve ni en Vietnam ni en el Golfo, pero llevo 20 años comiendo en cafeterías de universidades o comedores escolares, así que soy prácticamente un veterano de guerra.

Recuerdo con absurda nostalgia ese hacer cola al son de los berridos, hasta llegar al circuito que recorrer bandeja en mano (donde siempre se te colaba un profesor).

Primeros servidos por un tipo lúgubre y bigotudo que se había dejado crecer la uña del meñique, segundos de la mano del pseudo-esclavizado responsable de mantenimiento y el postre a cargo de una señorita permanentemente embarazada con gesto de mártir aburrida. Sin olvidar los "entremeses": un diminuto plato con una rodaja de queso o mortadela -según tocara- y patatas rancias o gusanitos al chicle. Al fondo, se adivinaban las siluetas desafiantes de los macabros cocineros que, a cara descubierta, habían cocinado todo aquello. Supongo que no debe ser agradable que la gente mire con asco el trabajo de uno.

Las hileras de mesas (al fondo la de los profesores, que tenía postre especial y vino), el murmullo a voces, las caras de resignación tras cada bocado, los intentos de robo los pocos días que tocaba postre especial. Y, de sopetón, esos tan ansiados golpes de espumadera que anunciaban que todo el mundo estaba servido y se podía repetir. Carreras frenéticas de los más osados y glotones para hacerse con algún huevo frito o filete extra.

Come rápido, que se acerca la fila de salir. Había que marcharse en orden. Entregar tu bandeja para que volcaran los platos en un colosal cubo de basura. Y corriendo al patio, al baloncesto, a la libertad (contando con que al cura de turno no le diera por hacerte subir al aula de estudio).

Así eran, son y serán los comedores escolares. Con sus inevitable tradición mitológica conservada por vía oral desde tiempos inmemoriales, incluyendo clásicos como la cabeza de cucaracha en la ensalada, las piedras en la sopa de cocido o la intoxicación general cortesía de una salsa en mal estado. Entornos de menú incierto donde lo único seguro es que caen barritas de merluza una vez por semana.

Raro, ya digo, pero hay días que me comería unos macarrones de aquellos (los macarrones no estaban tan malos) en compañía de esos chicos a los que, por inercia de vida, hace años perdí la pista.

Este era el lugar de los hechos. No ha cambiado mucho desde los ya lejanos primeros años 90.

"Música a cuento de..." sobremesas escolares de estudio con su pizca de sopor, muchos nervios los días de examen de Mates y aquel aire que tan irrespirable se me hacia. "The Wall" de Pink Floyd.

viernes, 30 de mayo de 2008

Corazas, corazones y sinrazones.

Nadie es quien aparenta ser. Los pasados se inventan, los presentes se mienten y las canas se tiñen.

¿Conoce usted a alguien de verdad? Sus sueños, sus miedos, sus pasiones...No los que quedan bien, no los que encajan, no los que uno puede confesar...Me refiero a los auténticos.

¡Cuántos matrimonios de perfectos desconocidos con tres hijos, dos coches y una hipoteca! ¡Cuántas amistades de plástico dando vueltas en círculo con destino a ninguna parte!

Porque dentro de todos y cada uno de nosotros hay un santo y un canalla. Agazapados, sin el valor o las ganas de salir.

Nadie es quien aparenta ser, quizás porque nadie sabe quién es realmente. No tienen el valor de internase en los tenebrosos pasillos del alma, plagados de mazmorras cuyas puertas es mejor no abrir jamás. Hay alguien dentro golpeando la puerta...

(Hay días que me pongo de un pretencioso que no hay quien me aguante).

El Barón Ashler, malo malísima de Mazinger Z. Oscuro a rabiar. Todos somos, en el fondo, un poco así.

"Música a cuento de..." ese deporte de riesgo e inquietud llamado submarinismo espiritual. "Masked Ball", creado por Jocelyn Pook para la banda sonora de "Eyes Wide Shut".

jueves, 29 de mayo de 2008

Sydney Pollack: el tendero de los sueños.

Habrá quien diga que el éxito de Sydney Pollack carece de todo mérito: es sencillo hacer una película con un señor de buen ver en su mejor momento y llenar los cines de espectadoras en las tardes que hay fútbol. No es tan fácil, señor mío. La psicología femenina es compleja. No es como una peli para tíos, donde basta con una veinteañera potente (incluida promesa implícita de que sus pezones se asomarán a saludar durante al menos un par de segundos) y unos cuantos tiros. A ellas hay que ofrecerles una historia, una música, unos escenarios...Y eso es lo que les daba Sydney Pollack.

¿Cómo resistirse a viajar a África y enamorarse de un cazador con pasado (que, encima, es Robert Redford)? Además, las heroínas de aquellas historias no eran niñas aún impermeables a la arruga y de rasgos y tipines perfectos. Era Barbra Streisand, Jane Fonda o Meryl Streep. Mujeres de carne, hueso y carácter, con sus virtudes y sus defectos. Mujeres a las que se les perdonaba el pecado capital de haber cumplido los treinta y querer seguir sintiéndose vivas. Mujeres con las que eran muy fácil identificarse.

Y así recordarán muchas a Sydney Pollack. Como el hombre que les regaló a Robert Redford más irresistible que nunca, como el hombre que les ofrecía un sueño que parecía casi real a cambio del precio de una entrada.

Sydney Pollack (1934-2008). Thank you, sir.

"Música a cuento de..." Mr Pollack, pues una de las canciones más inolvidables de la historia del cine. "They way we were". La película que recordó a más de una señora separada que la nueva pareja de su "ex" podía ser más joven, más guapa y más todo, pero no la amaba tanto como la amó a ella. (Que se joda).

miércoles, 28 de mayo de 2008

Informes de garrafón. (El 50% de los encuestados, son la mitad).

La mayoría de la gente no admite haber tomado las drogas que ha consumido; yo, por el contrario, admití haber tomado las drogas que jamás consumí.

Fue durante la carrera. Para una de esas encuestas anónimas que hacen. No sé si fue tontería juvenil, que nunca he conseguido tomarme esas cosas muy en serio o que quería darles un poco de chicha a los responsables del estudio. Seguramente, fue una mezcla de todo. Grave error, ya se sabe que no conviene mezclar.

En cualquier caso, fui moderadamente moderado. Marqué las borracheras de fin de semana que jamás me pillé, los porros de Bachillerato que nunca probé y hasta que creo que me atreví a reconocer una experiencia puntual con las pastillas. Yo, que de seguro lo más fuerte que me he metido para el cuerpo fue un comprimido de Aerored a punto de caducar. Sí, reconozco que adulteré ligerísimamente (quizás, en este contexto, debería decir "corté") una encuesta sobre drogas y jóvenes de mediados de los 90. No me mire así, no estoy orgulloso de ello.

Pera ya le digo, me cuesta mucho creer en las cifras objetivas y los datos estadísticos. Igual tiene algo que ver que compartí un año de carrera con estudiantes de Estadística. Futuros filólogos y estadísticos compartiendo biblioteca, cafetería y techos que se caían a cachos. Exótica combinación, cóctel explosivo, enésimo juego malabar organizativo de esa Universidad Complutense de mis carnes.

Presentación de un informe y sus conclusiones: alarmismo feroz o moderado optimismo, a gusto del señor que paga las facturas. El tocho de 400 a 600 páginas nadie tendrá arrestos para leérselo. Como mucho, mirar los gráficos y las fotos.

"Música a cuento de..." sustancias psicotrópicas. "Piece of my Heart", de Janis Joplin, otra pieza más que le ganó la droga al arte en esa absurda partida de ajedrez que libran.

martes, 27 de mayo de 2008

"Operación Bikini", flaco favor. (Rubens, ¿dónde estás cuando más te necesitasmos?)

Dicen que decía Wallis Simpson (la mujer divorciada por la que Eduardo VIII renunció al trono británico): "Nunca se puede ser demasiado rico o estar demasiado delgado". ¿Existe mejor definición de la sociedad actual y sus miserias?

Paseo por las calles más caras de Madrid y me cruzo con tantas señoras y señoritas, con ropas lujosas cubriendo anatomías propias de un eremita. Ellas lo llaman estar delgadas, pero yo creo que "flaca", puedo que incluso "flacucha", nos da una definición más ajustada a la realidad.

Nadie duda que hay un problema, y gordo (¡Qué irónico!) Pero la única solución que se le da es la habitual ración de hipocresía en cápsulas. Hacemos un par de anuncios y un programita de sensibilización, pero luego seguimos teniendo modelos, actrices y presentadoras que parecen un cruce de la muñeca Barbie con un bicho palo, y cuya belleza, estilo y delgadez nadie parece cansarse de alabar.

Por mi parte, permítanme que haga una sincera reivindicación de las carnes femeninas bien puestas, y que, con ningunos de mis respetos, mande al infierno (que allí seguro que está todo el mundo muy delgadito) a toda esa gentuza que se enriquece arruinando los días de tantas niñas (y niños) y las noches de tantos padres.

Anda, hija. Bájate de la pasarela y vente conmigo, que te voy a comprar un bocata de calamares y una coca-cola.

"Música a cuento de..." ese maldito drama llamado anorexia. El "Adagio para cuerda" de Barber.

lunes, 26 de mayo de 2008

La salida más arriesgada que jamás un portero de fútbol hiciera.

Pocos ejercicios de absurda cabezonería encontrará como ese de querer popularizar (nuestro) fútbol en Estados Unidos. Va de fracaso en fracaso. Ellos ya tienen bastante con sus deportes como para encima engancharse a los de otros.

Fruto de una de esas intentonas fueron los "Cosmos" de Nueva York. El club se fundó con mucha ilusión, pero jugaban sus partidos en medio de la indiferencia generalizada de "la Ciudad que nunca duerme". La situación era desesperada. Había que conseguir publicidad rápida y efectiva, y para lograrla hacía falta un hombre con pelotas, en el más amplísimo sentido de la palabra. Y ese hombre era el portero suplente del equipo, Shep Messing.

Shep Messing no salió de puños en el área pequeña, salió de culo en una revista femenina y picantona llamada "Viva". Sí, de culo y de frente. Y sin más ropa que su frondoso bigote. Fue en la edición de diciembre de 1974, por si a alguien le interesa profundizar en el tema.

El resto, tópico, es historia. Los Cosmos ganaron en popularidad, ficharon a todo un ramillete de leyendas en busca de un lucrativo ocaso de sus carreras (Pelé y Beckenbauer fueron los más destacados) y consiguieron para el "soccer" un breve periodo de esplendor popular. Mero espejismo que duró lo que una moda. El equipo desapareció antes de terminar la temporada 1984-85, debido al poco público que iba a sus partidos. Fue bonito mientras duro.

Una de la instantáneas de marras, oportunamente censurada. Messing fue olímpico en Munich 72, donde sólo le sacaron un partido (contra Alemania Federal) y encajó siete goles. Después jugó profesionalmente en su país hasta 1987. En la actualidad, es comentarista deportivo.

"Música a cuento de..." eso de quitarse la ropa para darle una alegría visual a la afición. "The Stripper", interpretado por David Rose y su orquesta.

domingo, 25 de mayo de 2008

¿Por qué los reyes ya no tienen bufones?

(Me respondo yo solito).

Posiblemente, porque si quieren comentarios o chistes crueles y mordaces sobre ellos, su familia o su entorno, lo único que tienen que hacer es comprar ciertas publicaciones o sintonizar el programa de televisión adecuado.

No obstante, y por sorprendente que parezca, la tradición no está totalmente perdida. Hay, o ha habido hace poco, un bufón real en activo.

Taufa'ahau Tupou IV de Tonga nombró en 1999 al señor Jesse Bogdonoff como su bufón oficial. En realidad, Bogdonoff era un asesor financiero norteamericano, pero al rey le parecía un tipo muy simpático y decidió concederle el título. Lo que supongo que no le debió hacer tanta gracia al soberano fue perder 26 millones de dólares en 2001 por seguir la recomendación del bufón-asesor de invertir en una misteriosa empresa que quebró al poco tiempo. Bogdonoff se piró del país para volver a Estados Unidos, pero no consiguió evitar que le llevaron a juicio, y tener que pagar un millón de dolares al gobierno de Tonga.

De todos modos, siempre me han resultado más atractivos los bufones de ficción que los de verdad. El del Rey Lear pronuncia una de las frases más sabias salidas del tintero de Shakespere: "Ten más de lo que enseñas, di menos de lo que sabes". Ahí queda eso.


Jesse Bogdonoff, metidísimo en su papel antes de que saltara el escándalo.

sábado, 24 de mayo de 2008

La broma es la hermana juerguista de la mentira.

Hay cuatro mundos en los que meterse es peligroso rozando lo suicida: el juego, la droga, el crimen organizado y las bromas pesadas. Todos comparten un poderoso atractivo y una primera etapa de diversión, que degenera en un lento y doloroso proceso autodestructivo. Y, cuando se quiere salir, ya es demasiado tarde.

Si uno no gasta muchas bromas, pocas bromas recibe, en especial si te las tomas con una mezcla de incredulidad e indiferencia (Oh, ¿era mentira? Vaya). Pero si entras en el circuito, estás perdido por una doble razón:

-Nadie te acabará creyendo. Hay varias personas, ellas no lo saben, a las que jamás voy a tomar en serio, me digan lo que me digan. Así que espero que nunca me tengan que pedir un favor raro de esos que surgen en la vida. (Por ejemplo, un viernes por la tarde hace ya varios años, me tocó telefonear a un abogado británico, en nombre de un padre mi colegio, para comunicarle que precisaba de unos documentos con la máxima urgencia. Verídico 100%).

-Te gastarán y acabarás gastando bromas cada vez más pesadas. Se entra en una carrera armamentística de la trola, por la cual la que tú haces tiene que ser más gorda que la última de la que has sido víctima. Esto tiene unos efectos a medio y largo plazo imprevisibles y realmente peligrosos.

Aunque el principal pero que les pongo a ciertas bromas es que se usan para reírse de la inocencia y/o la buena fe de las personas. Y hacer eso, amigo mío, es meter a mi dulce doncella la risa a puta de las de 20 euros el completo.

En resumen: bromas, las justas y con estilo del humor.

-Igual nos estamos pasando. ¿Le decimos ya que es una broma?
-Calla, coño. No seas aguafiestas.

"Música a cuento de..." bromas con Henry Mancini, que le tengo muy abandonado. "Baby Elephant Walk".

viernes, 23 de mayo de 2008

Reyes destronados. (El esplendor del último en llegar).

La novedad es hipnótica. El último artista, orador o atleta maravilla por definición. Luego, poco a poco, cada vez hace menos gracia, cosecha menos aplausos o protagoniza menos portadas a todo color. Entre otras cosas, porque ha llegado otro más nuevo y más joven. Que disfrute mientras le dure, porque la rueda punzante de la moda no para de girar.

Las horas bajas no respetan ni a las vacas más sagradas de la granja global. No hay mito de masas que no haya sido circunstancialmente batido en su propio territorio por algún competidor que luego no dio la talla para pasar a las páginas de historia popular: Paco Llorente dejó en el banquillo a Butragueño, Sir Winston Churchill perdió unas elecciones ante Clement Attlee o Art Carney ganó un Oscar al mejor actor compitiendo con Jack Nicholson, Dustin Hoffman y Al Pacino.

Es por todo esto que tiene tantísimo mérito mantenerse a flote, pese a que las olas se te metan saladas por la boca de cuando en cuando. Subir es sencillo, mucho, pero no ahogarse en el mar de la humanidad es privilegio de muy poquitos.

El rey sigue siéndolo. ¡Lástima que lo hayan derrocado de la Selección, convirtiéndola en una república bananera balompédica!

Hoy, la "música a cuento de..." está cantada. Nunca mejor dicho. La voz, de don Vicente Fernández.

jueves, 22 de mayo de 2008

Vicenzo Peruggia: si robas, roba a lo grande (aunque el cuadro sea pequeñito).

Si hay obras de arte que se dice que no tienen precio, ¿cómo puede alguien haberlas comprado? ¿No deberían ciertas pinturas pertenecer a todo un país, como un símbolo nacional más?

La Mona Lisa, como usted ya sabe, está en Francia. Nada de irregular botín de guerra o subasta, el rey Francisco I se lo compró al autor con todas las de la ley. Pero eso no quita para que el hecho de tener un cuadro tan representativo de Leonardo tan lejos se clave como una espinita en el corazón de muchos italianos. (Perfectamente comprensible, a mí también me fastidia que "La Vieja friendo huevos" de Velázquez esté en la National Gallery de Edimburgo, pese a mi profunda devoción por esa ciudad).

Fue precisamente ese patriotismo por lo artístico el que, dicen por tierras italianas, llevó a Vicenzo Peruggia a robar el cuadro del Louvre en 1911. Nada espectacular. En aquella época pre-células fotoeléctricas y sensores de calor, todo lo que tuvo que hacer fue esperar a quedarse solo en la sala, descolgar la pintura, sacarla del marco, enrollarla y para casa. También debió ayudar que había estado empleado en el museo.

A Vicenzo le trincaron con las manos en la Lisa dos años después, cuando intentaba colocar el cuadro en Florencia. La policía francesa ya había sospechado de él, pero cuando registraron su casa, ninguno cayó en mirar debajo del mantel de la mesa de la cocina, (que es el primer sitio donde se mira, señores). El cuadro volvió al Louvre y Vicenzo fue a la cárcel en Italia. Lo soltaron al poco tiempo, al fin y al cabo, era una especie de héroe nacional.

Lo que jamás ha quedado claro es si el astuto Eduardo Valfierno estaba compinchado con Peruggia o era un simple estafador con alma de empresario. El caso es que, aprovechando que la Gioconda estaba en paradero desconocido, le encajó copias como si fueran el original a 6 pardillos millonarios, a 300.000 dolares la broma. Chico listo.

Vicenzo Peruggia posa para las cámaras de la policía.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Graciosillos y desgracias.

Un gesto serio es, a menudo, una fortaleza casi inexpugnable. Sólo casi. Hay genios que consiguen tocar el ladrillo correcto y, con un simple y sutil golpe de maestría, derribar todo el muro. Una frase, un comentario o el sencillo y divino don de contagiar la risa...y la carcajada se hace incontenible. Privilegio de los elegidos.

Luego están los que barrenan. De ordinario, con poco éxito pero ánimo inagotable. Por otro nombre, graciosillos. Acribillando a los presentes gracieta tras gracieta, como metralletas verborreicas de la falta de agudeza. Y, por si este castigo fuera poco, rematan la faena con risotada a juego y comentarios explicativos. Un ejemplo por ejemplo:

(Ante cualquier referencia a la "hierba" en una conversación). "A mi me encanta la hierba...que es muy buena para relajarse...aunque también te puedes tumbar en el césped"...(estruendoso) jajajaja...(te empieza a dar golpecitos)jajaja...la hierba..(se le humedecen los ojos) jajajaja...(a voces) ¡me refería a la hierba de fumar!

Supongo que no hacen faltan más ejemplos. Usted se sitúa.

Parecen no percatarse de que cuando algo tiene chiste, nos damos cuenta solitos sin ayuda de nadie; y cuando no lo tiene, ellos no están capacitados para inventarlo.

El campo de acción del graciosillo no se limita al juego de palabras, también puede hacer imitaciones, efectos visuales o recurrir a la tan socorrida bromita. Todo por-que- rías (homenaje a Les Luthiers).

Y tenga mucho cuidado con eso de sonreír por cortesía. Si el graciosillo lo interpreta como un gesto de entusiasmo (cosa a la que es extremadamente propenso), puede convertir la monería en cuestión en un elemento crónico de la convivencia con él. Peligroso.

¿Dan Premio Nobel de la originalidad? Porque el muchacho es un serio candidato.

martes, 20 de mayo de 2008

Los hombres que hicieron saltar el racismo por los aires.

Durante la Segunda Guerra Mundial, había un bando que consideraba a las personas de raza negra inferiores e indignas de mezclarse con los blancos. El otro bando eran los nazis.

Para Lee Archer, como para el resto de afroamericanos, aquella guerra parecía una cuestión de luchar por los racista de casa contra los racistas de fuera. Al fin y al cabo, mejor lo malo conocido que lo peor por conocer.

Lee quería luchar desde el aire, pese a que muchos dentro de su propio ejército consideraban que el color de su piel le hacía demasiado bobo para manejar un avión. Era cuestión de demostrar lo contrario.

El camino empezaba en Tuskegee (Alabama), donde estaba la escuela de vuelo para cadetes de raza negra. Se había creado de modo experimental para demostrar que eran absolutamente incapaces de volar. Pero lo único de salió de allí fueron casi 1000 pilotos, muchos de los cuales volaron misiones de combate en Europa; algunos ganaron medallas, mientras que otros se dejaron la vida.

Lee fue el número uno de su promoción y fue de inmediato destinado a uno de los escuadrones (exclusivamente negro) con base en Italia. Allí voló 169 misiones de combate y derribó a 5 cazas alemanes. Aunque eso, en el fondo, era lo de menos. Lo importante fue que él y sus compañeros les restregaron a los racistas toda su ignorancia por la cara.

Lee Archer y sus colegas eran los "Ángeles de Colas Rojas". Así los llamaban por el color del que pintaron sus aviones. Cualquier tripulante de bombardero norteamericano -por muy racista que se declarara- quería su compañía sobre la Alemania infestada de cazas, porque, cuando ellos te protegían, era más probable volver sano y salvo a la base.

"Música a cuento de..." la lucha por la igualdad: "Swing Low, Sweet Chariot" nos evoca la rabia y el dolor, pero también nos habla de esperanza y de lucha.

lunes, 19 de mayo de 2008

Mucho en juego...

No sé si hay en algún lugar del mundo tantas formas de lotería y similares como en España. A saber: Lotería Nacional (ordinarios, Navidad y Niño), Quiniela de Fútbol, Lotería Primitiva, Bono Loto, el Gordo de la Primitiva, Qunigol, Euromillones, Lototurf, Quíntuple Plus, Cupón de la ONCE diario, Cuponazo de la ONCE, Cupón de la ONCE Fin de semana, Cupón de la ONCE extraordinario, 7/39 de la ONCE, Los Rascas de la ONCE...y seguro que me dejo más de uno.

De todo esto se deducen varias cosas, (lo que ignoro es cuánto te deduce Hacienda de los premios):

1-Que todo español sueña con hacerse millonario por la vía rápida.

2-Que si uno juega a todos los sorteos constantemente, alguno te acabará tocando.

3-Que si uno no juega a ningún sorteo y pone el dinerito en una botella de plástico, también te acabará tocando, pero sin alegrón y sidra.

Y sacamos la conclusión de que el cuponcito es la ilusión de todos los días, y de ilusión también se vive.

¡Qué seria de la Navidad sin esos premios muy repartidos que tapan agujeros y dan algún capricho!

"Música a cuento de..." loterías: Pues una muy circense versión del tema de Lara de "Dr. Zhivago", obra de Maurice Jarre. Otra parte de esta banda sonora es el "himno" de nuestra lotería navideña.

domingo, 18 de mayo de 2008

¿Quién se apiada del "acoplaó"?

Aunque nos pretenda engañar a todos y a él mismo, todos sabemos que no es un miembro de pleno derecho de la manada. Ahí está, siempre en un extremo del grupo, haciendo comentarios que nadie escucha y celebrando con histriónica risotada todas las gracias del líder. De acá para allá va, donde los demás le llevan.

Es el que pasa más desapercibido que el mobiliario en las fiestas, el blanco de las burlas de los crueles, el beneficiario de las lástimas de los piadosos...Ese es el pobre "acoplaó". Eterno damnificado de las ganas de encajar cuando, simplemente, uno no encaja.

Para él, un consejo, migra de grupo. Puede que ni ellos sean tan duros ni ellas estén tan monas con sus mechas recién dadas, pero sólo la gente que te aprecia de verdad te puede ayudar a ser feliz, que es de lo que se trata en este juego de reglas contradictorias llamado vida.



Encuentre al "acoplaó".

"Música a cuento de..." seres sencillos, inocentes y entrañables. "Concerning hobbits" de Howard Shore.

sábado, 17 de mayo de 2008

Café para todos. (España con leche).

No importa la hora y/o el lugar. En España siempre hay un sitio donde tomarse algo. Ya puede usted visitar el más recóndito rincón de Castilla; ese pueblo de cuya existencia ni el Cid ni Machado jamás supieron; apenas cuatros casitas medio en ruinas, sin farmacia ni kiosco, que siempre encontrará ese cartel promocional de Coca-cola que reza: "Bar Matías".

Las suertes de la barra y la mesa reservan para la mañana y las primeras horas de la tarde el consumo del café, acaso con bollería.

El café es el momento de la confidencia. La gente queda a tomar café para encajarle todas sus grandezas y sus miserias a un amigo o, simplemente, para ponerse al día de la vieja relación descuidada durante demasiado tiempo.

Café, café...Al español de verdad, le corre el solo de máquina por la venas. Y es que un español perdona la ofensa, la injuria y hasta la tradición más cobarde y dolorosa, pero jamás perdonará el café del mediodía.

España es un país al que el fin del mundo le sorprenderá tomando café.

"Música a cuento de..." café. Pues esas "Memorias de África" de don John Barry. Aroma añejo de plantación cafetera.

viernes, 16 de mayo de 2008

Sepa más matemáticas que muchos matemáticos.

¿Quiere lucirse en sociedad y dejar boquiabiertos a sus compañeros de mesa o autocar? ¡Apréndase la tabla de 337, recítela de carrerilla y deslumbre a propios y extraños! (y, de paso, deje a los propios extrañados).

337x0=0
337x1=337
337x2=674
337x3=1011
337x4=1348
337x5=1685
337x6=2022
337x7=2359
337x8=2696
337x9=3033
3370x10=3370

O, si realmente lo suyo son las emociones fuertes, memorice 67.891 dígitos del número Pi y bata el record que ostenta el chino Chao Lu (obviamente, 67.890). No obstante, es de rigor advertirle que tardará aproximadamente 24 horas en recitarlos todos, así que es poco aconsejable exhibir la proeza en una reunión social, a no ser que se pretenda sabotearla.

Chao Lu (nombre misteriosamente parecido a "chalao") con su certificado Guinness reglamentario. Realizó la hazaña memorística el 20 de noviembre de 2005 y tardo 24 horas y 4 minutos, tiempo en el que no pudo comer bocado ni ir al baño. De hecho, su intención era hacer 91.000 pero se equivoco en el 67.891 y ahí se tuvo que parar.

Nuesta "Música a cuento de..." tanta memoria sólo puede ser "Memory", compuesta por todo un noble británico: Lord Andrew Lloyd Webber, Barón de Sydmonton.

jueves, 15 de mayo de 2008

Aproximación crítica al amor y el matrimonio desde la óptica de la ortodoxia marxista.

Lea si no lo ha hecho todavía, o relea si lo hizo ya, "Harpo habla", la deliciosa autobiografía de previsible título de Adolph Arthur Marx, Harpo para los amigos, o sea, para toda la humanidad.

Harpo se casó tarde, muy tarde, aunque nunca es tarde si la novia es buena y lo está. Él mismo nos relata el valor y decisión con que defendió su soltería durante años y años frente a unos medios de comunicación que se obstinaban en relacionarlo con unas y con otras. Hasta que un día Susan Fleming se cruzó en su camino.

Se conocieron cuando ella fue a ver uno de los espectáculos teatrales de los Marx. Bueno, sería más correcto decir que coincidieron, porque ella ya le conocía a él (es lo que tiene ser famoso) y él se limitó a usarla para una de sus bromas, así que, realmente, no la conoció. Además, a ella la broma no le sentó nada bien y se fue indignada. Mal empezamos.

Volvieron a coincidir cinco años después en una cena organizada por un productor de cine. Susan aspiraba a ser actriz. Los sentaron juntos y ella recordó la anécdota del teatro. Obviamente, él no. De mal en peor.

Por suerte para ambos, la conversación fluyó y pronto aquella sala se vació de gente, por muy llena que estuviera. Creo que lo llaman enamorarse.

Los señores de Marx contrajeron matrimonio (un tipo de enfermedad venérea) el 28 de septiembre de 1936. Fue una ceremonia secreta y sin invitados en un pueblo a las afueras de Los Angeles. Iban de incógnito riguroso, con el fin de de no ser reconocidos: ella vestida con traje beige de hombre, gafas de sol y sombrero de ala hancha. Él, con una camiseta a rayas, corbata roja, pantalón kaki, chaqueta y un sombrero aplastado. Los casó un juez de paz y actuaron de improvisados padrinos un bombero del parque adyacente y su esposa. Ninguno reconoció a Harpo.

El novio tenía 48 años.

Harpo se permitió el lujazo de llegar a viejo siendo un niño.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Un poco de morbo y un poco de sentimentalismo (al estilo tejano).

Huntsville es una localidad tejana íntimamente ligada al sistema penitenciario estatal desde hace mucho tiempo. Allí hay una cárcel grande y especial. Allí el soberano estado de Tejas mata a gente.

Se puede visitar el cementerio de la prisión. Un océano de cruces blancas marcando la tumba de perdedores con familias sin recursos para pagar nada mejor o, simplemente, cuyo cuerpo nadie se molestó en reclamar. La mayoría, tan sólo presenta un número de identificación y la fecha de ejecución. Nada de nombres. Todo este macabro conjunto tiene un nombre: "Cementerio Capitán Joe Byrd".

"Joe Byrd era el tipo que lo hacía", acaso afirme con cierta satisfacción algún espontáneo guía local. "Ya sabe, cuando usábamos la silla...Joe le daba al botón".

Es cierto, el cementerio de la prisión de Huntsville, Tejas, fue bautizada en honor al funcionario de la cárcel que ejercía de verdugo. Hasta aquí el morbo, para el que le guste.

La historia que hay detrás es la de un tipo con el valor de no esconder lo que hacía. No era ningún secreto. Todos los condenados del corredor sabían que sería Joe. "No se preocupe. Alguien tiene que hacerlo...", solía ser la respuesta típica.

Pero Joe Byrd también se ocupaba personalmente de que el reo fuera enterrado de un modo correcto y de que el cementerio mantuviera siempre un aspecto digno.

Esa es la particular belleza de la historia. Mientras todo un estado aprobaba con la vista fija en otro lado, un simple particular hacía el trabajo sucio y les reintegraba un poco de dignidad a unos criminales que, después de todo, ya habían pagado su pena.

Captain Joe Byrd Cemetery, Texas. Ahora un poco más abandonado desde que Joe ya no está.

"Música a cuento..." símplemente, Taps.

martes, 13 de mayo de 2008

Una experiencia inolvidable.

"Si pudiera vender mi experiencia por lo que me ha costado conseguirla, sería rico". Sé que la frase no es mía, ojalá. Tampoco he dicho eso de que: "La experiencia es la mejor maestra, pero también la más cruel, pues primero te examina y luego te explica la lección". Ya me gustaría a mí.

La experiencia lo es casi todo en mi negocio y en casi todos. Es un radar de problemas. Es la vara que te permite juzgar las cosas en su justa medida. Es la voz que hace que, día a día, te cueste más creerte las mentiras. Es la mano cada vez más firme que te marca rumbo en mitad de la tormenta. Es el as de manga con que el viejo le gana al joven con mejor mano la partida.

Lástima, ya lo dije, que salga tan cara. Se paga con llantos y berrinches, ideales perdidos o ideales traicionados, se paga con decepciones y con miradas perdidas en el infinito. Porque la experiencia es lo que te queda al pegar los cachos de un sueño roto.

Muy cara, sí. Pero...¡tan necesaria!

Sir Winston, la experiencia al servicio de la victoria.

Un poco de "Música a cuento de" la experiencia de la mano (que compuso la obra) de Elgar. "Pompa y Circunstancia", toda una experiencia para el oído.

lunes, 12 de mayo de 2008

Elogio de la grapa. (¡Una grapadora, mi reino por una grapadora!)

¿Quién no ha experimentado la desagradabilísima sensación de precisar una grapadora y no tenerla? ¿Cómo explicar la profunda frustración de encontrarse que la grapadora no está preñada de grapas?

A mí me pasa a diario. Grapar justificantes al parte de asistencia, grapas notas en el corcho, grapar, grapar, grapar...En una oficina o en un colegio, quién controla la grapadora, tiene el poder.

¿Sabía usted que la primera grapadora fue creada para uso exclusivo del rey Luis XV de Francia? Como dictan los cánones de la historiografía popular, se dice que las grapas que usaba eran de oro. Por otro lado, y si me permiten el chiste macabro y facilón, menuda ironía que el sucesor del primer usuario de una grapadora viera su propio cabeza tan bruscamente separada del tronco.

Pero no fue hasta el siglo XIX que el entrañable y tan utilísimo cacharrito llegó a nuestras vidas y nuestros corazones (bueno, principalmente a nuestras mesas de trabajo).

Pues nada, mi sencillo y sincero homenaje al aparato que unió en eterno y burocrático matrimonio a tantos y tantos folios manuscritos y fotocopiados (no como el casquivano clip, que nunca sabes cuándo te va a traicionar). Por muchos años, y usted y yo que lo veamos.

Grapadora que la empresa Jones ofrecía a finales del siglo XIX. Por cierto, el propio diccionario de la RAE confiesa que el vocablo "grapa" llega al castellano a través del catalán. Como se enteren algunos que yo me sé, ciertas publicaciones van a dejar de presentarse grapadas.

"Música a cuento de..." material de oficina: "La máquina de escribir" de Leroy Anderson, base de un inmortal número del gran Jerry Lewis.

domingo, 11 de mayo de 2008

Conviértase en un experto en gladiadores al instante.

Recordando todas (o algunas) de estas afirmaciones, podrá -con toda sencillez- pasar en cualquier evento social por un experto en el noble y perdido arte del "gladiadaje".

1-Los gladiadores no decían: "Ave César, los que van a morir te saludan". Tal saludo sólo está documentado una vez y dijeron "Ave Emperador" a Claudio.

2-El gladiador de la red y el tridente se llamaba "reciario" y el del casco, la espada y el escudo, "secutor".

3-Lo del pulgar para arriba como señal de perdón y para abajo como señal de muerte es una invención moderna. De hecho, los estudiosos no se pone de acuerdo sobre el particular. Unos dicen que para pedir muerte se hacía un gesto como de clavar el dedo en el pecho, otros defienden que no. En lo referente al perdón, una teoría dice que se hacía como si se tirara el arma al suelo, mientras que otra sostiene que se escondía el pulgar en el puño. En resumen, un lío.

4-Los gladiadores costaban una pasta, por lo que tampoco se les podía ordenar matar a la ligera. El patrocinador de los combates tenía que buscar el justo equilibrio entre no derrochar personal, pero tampoco parecer un tacaño. Ya se sabe lo difícil que es acertar cuando hay invitados.

5-Para que nadie se hiciera el muerto, una simpática pareja vestida de Caronte y Mercurio le atizaba al perdedor con un palo y luego le quemaba con un hierro al rojo vivo. Por si las moscas...

6-También había gladiadores que luchaban contra fieros y exóticos animales traídos de los más remotos rincones del Imperio (¡qué publicitario me ha quedado!). Eran conocidos como "bestiarii".

7-Los gladiadores que lograban sobrevivir unos cuantos años (3 o así) o que hacían un combate memorable, conseguían la ansiada espada de madera ("rudis"), que significaba que podían "colgar la daga" y su libertad. Ignoro si se les hacía "combate homenaje" como a los futbolistas.

8-Pese a ser consideraros de muy baja condición social, los gladiadores tenían una legión (nunca mejor dicho, je, je) de seguidoras (y supongo que también su cohorte de seguidores) por aquello del asunto sexual. Fuertes, sudorosos, en constante peligro de muerte...ya se sabe cómo funciona eso del morbo.

9-Al llegar el momento de la muerte, se esperaba del gladiador el mismo arrojo y fortaleza que en el combate. Se ponía uno de rodillas ante el vencedor y "pa'lante".

10-Había gladiadoras. Las chicas son guerreras.

Este cuadro de Jean-Léon Gérôme llamado "Pulgar girado" tiene una innegable belleza, pero también una cantidad respetable de inexactitudes históricas. Desde el pulgar hacia abajo hasta la vestimenta de los gladiadores.

¿Qué mejor "Música a cuento de..." gladiadores que la compuso Miklós Rózsa para "Ben-Hur" (donde, por cierto, no sale ni uno)?

sábado, 10 de mayo de 2008

El alumno disruptivo: fondo y forma.

Antes se les conocía como chavales traviesos, charlatanes, pesados o incluso, de modo eufemístico, movidos. Ahora, gracias a la consabida moda de buscarle un nombre raro, cursi e inglés a todo, son los "alumnos disruptivos".

Por dar una descripción también muy actual y televisiva del asunto, son los chicos y las chicas que "contraprograman al profesor". O sea, que ofrecen a sus compañeros contenidos alternativos y más interesante que la clase. Se puede tratar de espacios de humor (el típico chistoso compulsivo y a voces), guerra (las aulas españolas albergan a auténticos Napoleones de las bolitas de papel), corazón (cotilleo por la cuchicheada o en notita-mail)...Todo con tal de que los alumnos no le concedan al profesor su préstamo de atención.

Hay quienes los idealizan, maquillando su comportamiento de supuesto inconformismo, rebeldía ante el sistema escolar o la sociedad en conjunto. Por mi parte, yo les sugiero que se rebelen contra Vodafone, Sony o Beefeater; que también son parte del "podrido sistema", pero bien que compran el producto sin rechistar.

Están los que se apiadan de ellos y ellas, justificando su comportamiento por sus problemas en casa, la calle o, simplemente, echando la culpa a eso tan socorrido de "la edad". A esos, yo les pido que nos guarden un poquito de tarta de compasión a los profesores, que como decía el Otro, "si nos pinchan, ¿no sangramos?".

Y, por último, tenemos a los que achacan el problema a la ineficiencia del sistema escolar y a los propios profesores, porque hacemos las clases muy aburridas y no sabemos motivar. Y tienen todita la razón, deberíamos tomar ejemplo de todas esas academias que anuncian en la tele, donde se motiva en condiciones y el aprendizaje es muy, muy divertido. Lástima que cierren tan rápido. Me pregunto la razón.

"Mire usted, es que mi niño es un superdotado, se aburre en clase y por eso incordia tanto. Vamos, como el 'Eisten' mismamente". Sí, mismamente, señor mío.

viernes, 9 de mayo de 2008

Campeones perfectos. (Yo jamás tuve una mala tarde).

¿Alguna vez se ha preguntado si ha habido algún caballo de carreras que se retirara invicto en la historia de los hipódromos de todo el mundo? La respuesta es sí, un reducido puñadito hay. Lograron la hazaña no sólo por ser muy buenos y de una regularidad a prueba de bombas, que lo eran, sino porque sus preparadores supieron matricularlos siempre en carreras donde tenían posibilidades de victoria. Que uno de los secretos del éxito es saber meterse sólo en los charcos de los que se va a poder salir. (Aunque, por otro lado, si jamás perdiste, jamás sabrás hasta dónde habrías podido ganar).

El caso más reciente en Estados Unidos es el de la yegua "Personal Ensign" ("Enseña Personal"). 13 veces salió a la pistas, y 13 veces entró la primera. El siguiente vídeo documenta su último, y acaso más emocionante, triunfo. Fue la prestigiosa y muy embarrada "Breeders' Cup Distaff" de 1988. Disfrute de la electrizante remontada y los últimos metros, casco con casco contra el poderoso "Winning Colors". Nada apto para corazones impresionables.

Poco original pero inevitable "Música a cuento de" tanto derroche de poderío rematador: "He's a pirate", de Klaus Badelt. Se mezcla a la perfección con la voz del comentarista, como si de unas tortitas con su sirope se tratara.

jueves, 8 de mayo de 2008

¿De qué color era el Príncipe Negro?

Eduardo de Woodstock (nada que ver con el concierto), fue Príncipe de Gales y fue el Príncipe Negro, pues, a pesar de ser blanco de piel, negro era de coraza (dice la leyenda).

Es uno de los personajes más legendarios de la historia medieval inglesa, aunque el peso mediático de Arturo y sus caballeros geométricos, y Robin Hood cons sus muchachos le ha restado películas, novelas y popularidad entre el gran público.

Tuvo una vida corta (1330-76), pero intensa, principalmente dedicaba a hacerles la puñeta a los franceses en el campo de batalla (cosas de la "Guerra de los 100 años)"). Ya con 16 añitos "se salió" en la Batalla de Crecy, causando auténticos estragos entre la caballería enemiga (que maldita la gracia que les haría). Continuó con esta tónica en Calais, Poitiers y Reims. También bajó a tierras españolas, como un auténtico pionero del turismo británico a Benidorm, y combatió del lado de Pedro I en la Batalla de Nájera, librada en el marco la guerra civil entre el propio Pedro y su hermano bastardo Enrique (¿Una guerra civil en España? ¡Qué raro!)

Murió antes de llegar a ser rey.

El Príncipe Negro al finalizar Crecy, visto por el pintor Julian Story.

¿Música a cuento del Príncipe Negro? Escuchen a Prokofiev en el más popular fragmento de su "Romeo y Julieta". Cierre los ojos y, quizás, verá al altivo Príncipe pasando orgullosa revista a sus caballeros antes de la batalla. Luego, ábralos y siga leyendo el blog.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Spud.

Momento nostálgico para recordar a uno de mis grandes ídolos de adolescencia: el jugador de la NBA "Spud" Webb. Conviene aclarar, de entrada, que para cualquier quinceañero que juega al baloncesto, como era yo, la humanidad se divide en dos gran grandes grupos: los que llegan a machacar y los que no. "Spud", le llamábamos así porque era casi de la familia, llegaba, con dos manos y de espaldas. Y era como cualquiera de nosotros de alto: 1.69 cm.

Él tenía el don del brinco brutal. Ese regalo divino por el todos suspirábamos. Era capaz de elevarse los ansiados 100 centímetros que permitían agarrarse en condiciones del aro. Nosotros lo intentábamos con diferentes grados de fracaso. Nos teníamos que conformar con machacar en las canastas de mini-basket (sin que nos viera el hermano marista de turno). Pobre sucedáneo, pero eso era lo que había.

Da igual que fuera un jugador más bien del montón (eterno base suplente de "Doc" Rivers en Atlanta Hawks) o que nunca alcanzara el título de la NBA. "Spud" llenó nuestras carpetas de fotos recortadas de la revista "Gigantes", y nuestras vidas de ganas de superarnos porque los sueños se cumplen. Yo, el de machacar, jamás; pero otros sí, y un pedacito del mérito es para aquel sonriente y menudo baloncestista.

Dallas, 1986. El momento.

"Música a cuento..." de la mano de Tchaikovsky y la "Danza Rusa" de "El Cascanueces". Banda sonora ideal de un vídeo de mates surtidos que solía ver hace 20 años ya (¡Dios mío!), una y otra vez hasta casi quemar el vídeo y borrar la cinta.

martes, 6 de mayo de 2008

Algunos de los plagios más originales de la historia.

Deje que le susurre un secreto al monitor: todas los cuentos que merece la pena contar, ya están inventados. Son demasiados siglos de gente muy, muy creativa como para que quede algún resquicio sin explorar en el hombre y el universo. ¿Significa esto que ya no se puede ser original? No, hombre, no es para tanto. El secreto es contar lo que alguien ya ha contado (quizás, mucha gente y muchas veces) pero de un modo diferente.

Fíjese, por ejemplo, en William Shakespeare. A partir de la vieja trama de la parejita desdichada de amor imposible, creó a un par de personajes inmortales que la mayoría de los mortales considera como los amantes por antonomasia. La historia o los nombres (ya eran "Romeo y Julieta" antes de Shakespeare) eran lo de menos. Lo importante es cómo se narró, el toque personal y genial. ¿Me sigue?

¿Ha oído hablar de Houdini? Sí, el maestro del escapismo. ¿Alguna vez se ha planteado de dónde sacó un nombre tan raro? Pues, sencillamente, se lo copió a Robert Houdin, revolucionario mago francés del siglo XIX. Curiosamente, el imitador acabó siendo más famoso que el original. Y, para rematar la cuestión, los trucos y las rutinas creadas por ambos han sido, son y serán versionados por magos de todo el mundo.

Conclusión, deje de buscar la originalidad absoluta y combine a su estilo lo que los grandes maestros del pasado le dejaron de regalo.

¿Novela histórica con pérfidos templarios varios? ¡Eso ya lo hizo Sir Walter Scott en 1819!

La "Música a cuento..." que nos acompaña hoy es "Júpiter" perteneciente a la célebre serie "Los Planetas" creada por el británico Gustav Holst. La composición fue abiertamente copiada por Bill Conti para la banda sonora de la peli "Elegidos para la Gloria".

lunes, 5 de mayo de 2008

¡Qué vicio es el deporte!

¿Hay algún vicio que no promocione o haya promocionado el por demás muy saludable mundo del deporte? Repasemos:

-Tabaco: Ahora está mucho más controlado, y el único humo que se ve en los campos de juego son las presuntas habilidades de un sujeto sudamericano o balcánico que nos venden presidentes, agentes y periodistas. Pero hubo una época que la radio deportiva parecía Estanco FM.

-Alcohol: Tres cuartos of the same, desde la cañita hasta los brebajes más contundentes, con más graduación que las bifocales de un topo. Todo ello, aderezado con la insinuante voz de una señorita que te decía lo macho que eras por meterte el copazo sin hielo.

-Juego: Las quinielas de toda la vida han dado paso a las apuestas por Internet. Arruinarse con las primeras era casi imposible, pero, con las segundas, el Monte de Piedad está a sólo un click de distancia.

Sólo nos queda la prostitución. Me temo que no pasará mucho tiempo antes de que ese locutorr-animador histérico perdido pregone: "Erika....uuuummmm....Eriiiiika....la....rubiiita sueeeca...¿que no conoces a Erika?....¡Que no conoces a Erika!....¡Hay que conocer a Erika!...906123321...Hotel y domicilio...todas la tarjetas...discreción absoluta.

"Vamos con nuestra ronda informativa patrocinada por "Giorgio's Club". Kilómetro 2,300 de la carretera comarcal de Bercinuño. Parking de camiones vigilado".

Conocerá usted nuestra "Música a cuento de..." por la película "El Golpe", pero, en realidad, la melodía es anterior. Se llama "The Entertainer" y la compuso Scott Joplin a principios del siglo XX. Y nos trae a la mente todo un universo de juego y alcohol...

domingo, 4 de mayo de 2008

¿Hay que colgar el teléfono o al teléfono?

Recuerdo esa etapa loca de la vida en la que uno no es ni estudiante ni currante, sino todo lo contrario. Tiempos disolutos, en los que se hace del desfase horario pura rutina.

El problema venía cuando mis trasnoches chocaban con las vidas de la gente seria y responsable. Léase, que me llamaban por teléfono a las 10 de la mañana...

-Hola...¿Dani?
-¿Eeehhh?-voz de absoluta ultratumba.
-¿Dani?
-Sí, soy yo-la voz ha pasado a nivel zombie moderado.
-¿Te he despertado?
-No, no tranquilo-ya sólo parezco un cantante melódico italiano.

Por supuesto, mi interlocutor no se tragaba lo de que no estaba sobando. Es curioso, no sé si es por cortesía o por no dar una satisfacción al otro, pero jamás se reconoce que uno estaba durmiendo (o dormido, hago la distinción a ver si me cascan un Nobelcito como a Cela).

Me figuro que de esa época me viene mi inquina Santa Catalina hacia las llamadas telefónicas en el peor momento: cuando acabas de echar la llave de casa para marcharse y oyes el lejano ring-ring tras la blindada, cuando están a punto de tirar el penalty decisivo o, el peor de todos, cuando uno se encuentra absorto en ese agradable momento, tan injustamente minusvalorado, de estar leyendo la prensa en el retrete. ¡La de pingüinos que me ha tocado hacer!

Pero bueno, se les perdona todo si traen buenas noticias, ¿verdad?

"¡Va, va!", ¿Por qué lo decimos, si no nos oyen? La eterna pregunta. Es igual, por mucho que corra, lo cojo justo cuando acaban de colgar.

Hoy nuestra "Música a cuento de...", evocando mis carreras por los pasillos a la caza del auricular chillón, es la "Danza Húngara Nº 5" de Brahms.

sábado, 3 de mayo de 2008

Cuestión de pelotas. (Adula, que algo queda).

Basta un breve paseo por San Google para descubrir que la expresión "hacer la pelota" tiene el origen soñado. "Pelota" también significa prostituta (que no lo digo yo, que lo dice la RAE) y, por extensión, "hacer la pelota" era simular para darle gusto al cliente.

Dicho lo cual, que nadie espere que ahora me ponga a poner a parir a los susodichos, que el que esté libre de pecado, que tire la primera pelota. Todos hemos "adulizado" en algún momento de nuestra vida. Es una simple cuestión de supervivencia. El poder es vanidoso, y la vanidad se nutre de mentiras muy bien dichas. Lo bueno es que, en el proceso, caga buenas notas, aumentos de sueldo y mecenazgos varios.

No hay grande de la literatura que no dedicara una obra al señor que pagaba la facturas; no hay maestro del lienzo que al que no le tocara idealizar más de lo idealizable a la horrenda niña del señor marqués; no hay mago de la partitura que no haya perdido horas de sueño y talento escribiendo marchas militares para militares sin marcha.

En conclusión, que en el juego del peloteo entramos y salimos todos. Lo importante es no creerse nada. Ni de lo que se dice, ni de lo que se escucha.

Lo malo de hacer la pelota es ese desagradable regusto que deja en el paladar. Los sabores van desde el zapato bien embetunado hasta el glúteo humano y peludo.

viernes, 2 de mayo de 2008

"Presidientes" postizos. (No sonrías, George, que me da la risa).

A George Washington (sí, el tipo del billete de un dólar), casi le dieron más problemas sus dientes que las tropas británicas. Y es que en la dura partida de ajedrez que todo ser humano libra contra la caries, él perdió las piezas muy pronto.

Dicen las crónicas que el primero le dijo adiós a las 22 primaveras y el resto se fue marchando a razón de casi uno por año. La despedida más famosa, sin duda, la pareja que perdió la histórica noche de 1776 en que cruzó con sus tropas el rió Delaware. ¡Ya es mala pata estar en pleno proceso de hacer historia y que se te caiga un piño, leñe!

En consecuencia, el General Washington se vio finalmente forzado, dada su incapacidad para evitar deserciones en su regimiento dental, a convertirse en usuario de una relativamente famosa dentadura postiza.

Bueno, en realidad, tuvo varias, aunque ninguna de madera, contrariamente a la creencia popular. Las más famosas, las dos que encargó al mejor protésico de la época (siempre es bueno tener un par de repuesto), un tal John Greenwood. Se las hizo de oro, plomo, dientes humanos y marfil de hipopótamo tallado -lo crea o no-. Por cierto, que una de ellas la mangaron de un almacén del museo Smithsonian. Hay gente pa' to.

Lo mejor del caso es que la dentadura se ajustaba por medio de un sistema de muelles que obligaba al pobre George a tener que hacer fuerza con la mandíbula para que no se le abriera la boca. Este hecho es a menudo reseñado como el culpable de que Washington siempre salga en los cuadros con la mandíbula apretada y esa carita de castaña amarga. Si es que los dientes no dan más que guerra.

Esta es una de las dentaduras en cuestión. Se conserva (no sé si en un vaso de agua) en el Museo Nacional de Odontología, sito en Baltimore, Maryland.

jueves, 1 de mayo de 2008

¿Quién no ha deseado tener una estatua ecuestre? (Leyenda urbana a caballo).

Cuando las mañanas soleadas de domingo los pedantes sacan a pasear a su familia y a su pedantería, ninguno puede resistir la tentación de desviar la ruta para pasar junto a uno de esos monumentos con espadón a caballo y mencionar que:

"Si en una estatua ecuestre, el caballo tiene los dos patas delanteras levantadas, el personaje en cuestión murió en la batalla; si es sólo una, resultó herido, y si las cuatro extremidades se posan en el pedestal, no murió en el combate".

Así me lo contaron a mí, y bien feliz que me lo creí y almacené en mi base de datos de sabiduría puramente ornamental -sin hacer ninguna comprobación-. Hasta que un día me topé con una estatua del Duque del Wellington sobre ese Copenhage de moda patas al viento, y recordé el dato. Alarmado por la incongruencia de la pose, máxime cuando se sabe que los británicos para esto son muy mirados, me lancé a un net café a investigar el tema. Y se me cayó un mito de la pedantería.

Tenemos que asumirlo, no hay ningún tipo de código de patas equinas. Cada escultor sigue su propio criterio estético y todo lo demás es pura leyenda urbano. ¿Quién la creó y con que oscura intención? ¡Vaya usted a saber!

Lo cual no es óbice para que yo siga pensando que lo de tener estatua ecuestre es el cénit mismo de la chulería, y que uno de mis proyectos sea pasarme la posteridad inmortalizado a lomos de un puro bronce en cualquier calle céntrica de Madrid. O, en su defecto, en una plaza de ciudad dormitorio. Y lo lograré "ecuestre lo que ecuestre" (Perdón, no lo he podido evitar).

Espartero y su caballo. Muchos sabrán a qué me refiero. Los que no, que consulten al "Gran Googláculo".