La novedad es hipnótica. El último artista, orador o atleta maravilla por definición. Luego, poco a poco, cada vez hace menos gracia, cosecha menos aplausos o protagoniza menos portadas a todo color. Entre otras cosas, porque ha llegado otro más nuevo y más joven. Que disfrute mientras le dure, porque la rueda punzante de la moda no para de girar.
Las horas bajas no respetan ni a las vacas más sagradas de la granja global. No hay mito de masas que no haya sido circunstancialmente batido en su propio territorio por algún competidor que luego no dio la talla para pasar a las páginas de historia popular: Paco Llorente dejó en el banquillo a Butragueño, Sir Winston Churchill perdió unas elecciones ante Clement Attlee o Art Carney ganó un Oscar al mejor actor compitiendo con Jack Nicholson, Dustin Hoffman y Al Pacino.
Es por todo esto que tiene tantísimo mérito mantenerse a flote, pese a que las olas se te metan saladas por la boca de cuando en cuando. Subir es sencillo, mucho, pero no ahogarse en el mar de la humanidad es privilegio de muy poquitos.
El rey sigue siéndolo. ¡Lástima que lo hayan derrocado de la Selección, convirtiéndola en una república bananera balompédica!
Hoy, la "música a cuento de..." está cantada. Nunca mejor dicho. La voz, de don Vicente Fernández.
No hay comentarios:
Publicar un comentario