La mayoría de la gente no admite haber tomado las drogas que ha consumido; yo, por el contrario, admití haber tomado las drogas que jamás consumí.
Fue durante la carrera. Para una de esas encuestas anónimas que hacen. No sé si fue tontería juvenil, que nunca he conseguido tomarme esas cosas muy en serio o que quería darles un poco de chicha a los responsables del estudio. Seguramente, fue una mezcla de todo. Grave error, ya se sabe que no conviene mezclar.
En cualquier caso, fui moderadamente moderado. Marqué las borracheras de fin de semana que jamás me pillé, los porros de Bachillerato que nunca probé y hasta que creo que me atreví a reconocer una experiencia puntual con las pastillas. Yo, que de seguro lo más fuerte que me he metido para el cuerpo fue un comprimido de Aerored a punto de caducar. Sí, reconozco que adulteré ligerísimamente (quizás, en este contexto, debería decir "corté") una encuesta sobre drogas y jóvenes de mediados de los 90. No me mire así, no estoy orgulloso de ello.
Pera ya le digo, me cuesta mucho creer en las cifras objetivas y los datos estadísticos. Igual tiene algo que ver que compartí un año de carrera con estudiantes de Estadística. Futuros filólogos y estadísticos compartiendo biblioteca, cafetería y techos que se caían a cachos. Exótica combinación, cóctel explosivo, enésimo juego malabar organizativo de esa Universidad Complutense de mis carnes.
Presentación de un informe y sus conclusiones: alarmismo feroz o moderado optimismo, a gusto del señor que paga las facturas. El tocho de 400 a 600 páginas nadie tendrá arrestos para leérselo. Como mucho, mirar los gráficos y las fotos.
"Música a cuento de..." sustancias psicotrópicas. "Piece of my Heart", de Janis Joplin, otra pieza más que le ganó la droga al arte en esa absurda partida de ajedrez que libran.
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