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lunes, 5 de agosto de 2019

Acción Ejecutiva (7).

-Hija, ¿tú estás segura?

-Sí, papá. Ya te le he dicho mil veces.

-Pero, ¿segura, segura? ¡Mira que vamos a molestar a gente muy importante!

Gertie ni se molestó en contestar. Una señorita de aspecto eficiente y gafas de pasta a la moda abrió la puerta del fondo.

-Ya pueden pasar, señores. El señor cónsul adjunto les recibirá ahora.

La familia en pleno se levantó. En principio, la idea había sido entrevistarse con elmismísimo  embajador en Viena, mas su caso era importante, pero no tanto. Tendrían que conformarse con aquello. El amable diplomático estadounidense les saludó e invitó a tomar asiento con su acento americano de rigor.

-Buenos días, señores. Me disponía a tomar mi café de la tarde. ¿Me acompapañan? Señores, aunque no han querido ustedes anticiparme el motivo de su visita, creo qué adivino cuál es, y me alegra informarles de que creo que podré conseguir que estén los tres presentes. De hecho, intuyo que el mayor escollo resultará dilucidar quién se hace cargo de sus pasajes de avión y los gastos de la estancia.

La familia en pleno se miró sorprendida.

-Perdón, ¿cómo dice, señor vicecónsul?

-La ejecución del tipo ese. He supuesto que, como es lógico, a ustedes les gustaría estar presentes. De hecho, me gustaría pedirles disculpas en nombre del gobierno de los Estados Unidos por no haber tenido la delicadeza de invitarles.

¿Delicadeza? ¿Invitar a alguien a presenciar cómo ahorcan a otro ser humano era una delicadeza?

-No, no, se equivoca. Lo que queremos es que nos ayude a contactar a la autoridades competentes de su país para que le perdonen la vida.

El señor cónsul adjunto intentó que todo el sorbito de café acababa de tomar no saliera volando por la habitación por efecto de la mayúscula sorpresa. Lo logró sólo a medias.

sábado, 15 de junio de 2019

Acción Ejecutiva (6).

Se levantó en busca de un vaso de agua. No podía dormir.

-¿Qué pasa, querida?

-Nada, amor.

Pasaba todo. Llevaba la noche entera dándoles vueltas a la cama y a aquel maldito asunto.

-¡Pero si no has parado quieta!

-¡Duérmete, anda, que mañana te toca madrugar mucho!

El papá de Gertie se levantaba muy temprano para ir a trabajar, como toda la gente honrada.

-¡Tú también tienes que empezar tu día a primera hora! ¡Dime qué te preocupa!

-Nada, nada, tonterías, cosas mías.

-Esto es un matrimonio, amor. Tus cosas también deberían ser las mías. El cura lo dijo bien claro.

-¡Es este maldito calor de verano que no me deja pegar ojo! Voy a tomarme un poquito de agua fría, a ver si se me pasa...Deberíamos poner aire acondicionado.

-Sí, claro.

Aire acondicionado en Austria. Por supuesto. No creía ni que hubiera tiendas de esos en el pueblo. Su mujer le estaba mintiendo de un modo torpe e incluso descarado y a él sólo le quedaba hacer como que no se daba cuenta. Esperaba de corazón que no fuera nada realmente grave. Bueno, si lo era, se terminaría enterando.

Mientras, ella, plantada frente al grifo, contemplaba el agua caer. Las gotas caían a toda velocidad, como haría aquel muchacho negro no dentro de mucho.

Se agarró el cuello y apretó todo lo fuerte que pudo, hasta que se asustó y se liberó de golpe. Lo tenía claro, aquel pobre muchacho iba a sufrir: ojo por ojo, diente por diente, dolor por dolor.

Venganza en estado puro. Su venganza.

domingo, 26 de mayo de 2019

Acción Ejecutiva (5).

Las bofetadas de los adolescentes siempre llegan de improviso y demoledoras.

-Mamá, ¿sufrirá mucho?

La jovencita Gertie lo dijo mientras juguetaba macabramente con un adorno que colgaba del espejo retrovisor del coche. Le daba minúsculos golpecitos, para luego dejarlo que se balanceara hasta casi detenerse.

-¿Sufrir quién?

-Ya sabes...El negro...cuando le cuelguen...

La mamá tragó saliva. Pensaba que el asunto estaba zanjado. ¡Qué ilusa! Se había creído que aquel capítulo se había cerrado con el golpe de martillo que había condenado a aquel tipo a muerte después de que el dedo acusador de su hija lo marcara con toda nitidez. Hacía ya cinco años de aquello. ¡Qué inocente había sido! Ese tipo de cosas nunca mueren, tan sólo se echan siestas más o menos largas. Los traumas son así. Sin duda, la noticia de que la sentencia por fin se iba a cumplir había resucitado los fantamas de la niña en la mente de aquella jovencita de casi 18 años ya.

-No sé, hija. Supongo que esa gente sabrá lo que se hace. Los primeros que quieren que se muera rápido son ellos. Aunque..., que te cuelguen del cuelo...¡No sé, hija, no sé!

Gertie no contestó. Volvió a golpear al dichoso adorno.

-¡Deja eso, hija, por favor!

-Perdón -dijo la muchacha mientras detenía el movimiento con su mano.

Fue inútil. La madre no podía quitar los ojos del maldito adornito. El traqueteo del movimiento del coche por la carretera hacía imposible que se detuviera del todo. Aquello se había vuelto absolutamente insufrible.

-¡Anda, guarda esto! -dijo la madre a su hija tras arrancar de un tirón el adorno.

sábado, 11 de mayo de 2019

Acción Ejecutiva (4).

Ella misma había llorado mucho, muchísimo, de esas veces que sientes como si las sienes te fueran a explotar. O eso le parecía, porque sus recuerdos de aquellos fatídicos momentos tenían grandes lagunas. Los médicos le habían dicho que era normal, que aquello tenía un nombre, tan raro que le resultaba imposible del todo recordarlo.

"¡Tiene usted que dar gracias al cielo, con lo que le hizo esa bestia, lo raro es que su hija siga viva!", de esas palabras sí que se acordaba perfectamente, aunque tampoco le podía poner cara al militar que las había pronunciado. Daba igual, lo importante era que recordaba a la perfección qué había respondido ella: "Pero, le castigarán de todos modos. ¿verdad?" "¡Descuide, señora, esa basura negra va a terminar colgando por el cuello! ¡Garantizado!" Sintió alivio, pero también cómo crecían su rabia, y su dolor. "Basura negra", el yankee en persona lo había reconocido: todos los negros eran un maldita basura. Ya le habían dicho los nazis y los yankees habían llegado para confirmalo. ¿Por qué se habían tenido que pelear ambos países si en lo esencial estaban de acuerdo?

Lo importante era que su Gertie estaba bien. Empezó a acariciar los cabellos rubias de su hija como sólo una madre sabe. Ahora dormía tranquila es aquella cama de hospital. El médico le había inyectado algo para que se relajara. El mismo médico que había certificado la salvajada que aquel pedazo de mierda negra la había hecho. ¿Cómo se puede ser tan malnacido? ¿De dónde saca uno la maldad suficiente como para robarle por la fuerza la inocencia a una pobre niña de 12 años? Estaba claro, también era fundamental que su pequeña recibiera la venganza que merecía.

"Seguramente la niña tendrá que testificar en el consejo de guerra", le dijo el militar yankee.

Ella había asentido sin dejar acariciar el pelito rubio de su niña. Lo que hiciera falta para que ese hijo de una perra sureña negra recibiera su merecido.    

domingo, 24 de marzo de 2019

Acción Ejecutiva (3).

-Mi marido está estacionado en la base de Garmisch, a 60 millas de Múnich. Lleva año y medio y le queda otro, ¿sabe? A mí no me hacía mucha gracia, pero ya sabe cómo es el ejército: obedecer, obedecer y obedecer. Como sólo es teniente y no tenemos hijos, no me dejaron ir con él. Pero a la vuelta todo será diferente: le van a hacer capitán y nos queremos mudar a la base de Fort Hood, que está a 120 millas de aquí, de Dallas. ¡A ver si hay suerte y le conceden el destino! Somos los dos de Texas y queremos vivir por acá para estar cerca de nuestras familias mientras nos ponemos con lo de tener descendencia. Queremos ir a por la parejita. Luego, cuando ya estén un poco más mayores, me gustaría irnos a Washington D.C....Bueno, ya veremos.

Estaba claro que la señora tenienta no se iba a callar ni debajo del agua (ni a treinta mil pies de altura). Para colmo de males, el ocupante del otro asiento era un septuagenario medio sordo y con bigote, por lo que no era víctima propiciatoria de la charlatana. En resumen: que iba a ser un viaje muy, muy largo. En fin, si no puedes vencer a tu enemigo...


 -Debe usted de echar mucho de menos a su marido.

-¡Y tanto! ¡Qué ganas tengo de ver a mi Jake!

Entonces, de golpe, la entusiasta alegría se marchó de golpe del rostro de la parlanchina señora y una mirada lúgubre se instaló tras sus gafas de sol.

-¿Va todo bien?

-Bueno, es que me he acordado de la pobre Jackie. Ella no verá a su marido nunca más...

-Eso no es culpa suya y, por tanto, no tiene razón para sentirse culpable.

-Pero él era tan bueno, ella es tan elegante, sus niños son tan guapos. ¡Eran la familia perfecta y nos la han matado a todos los americanos!

-Mucha gente muere todos los días. La vida es así de triste, señora.

-¿Cómo puede usted ser tan insensible ante esta situación? ¡Han asesinado a un gran pedazo de América!

-Quizá porque soy austriaca. Perdone si la he molestado. ¡Cielo santo!, ¿está usted llorando?

-No es nada, no es nada...¿Por qué tenía que morir? ¿Por qué querían matarlo?

Ella era la única persona con vida que tenía la respuesta correcta a aquella pregunta. Había miles de conjeturas y teorías, pero todas estaban equivocadas. Sólo ella custodiaba la verdad que toda la Humanidad ansiaba conocer.

Pero, obviamente, se limitó a callar y prestarle su pañuelo a aquella sentimental cursi e histérica.

lunes, 4 de marzo de 2019

Acción Ejecutiva (2).

Había logrado su objetivo principal en el vuelo de vuelta a casa: tenía asiento de ventanilla. Se sentó, se abrochó el cinturón y se dispuso a dejar el tiempo pasar cruzada de brazos hasta que aquel bicho aterrizase en su destino. Era el auténtico sueño de culquier azafata.

-Perdón, ¿este es el 14B?

La pregunta venía de una turista americana de esas que se disfrazan tórpemente de actrices de cine para volar en avión (gafas de sol incluidas).

-Sí, en efecto. El mío es el 14A, ventanilla, y este es el suyo.

-¡Habla usted inglés muy bien para ser alemana! -dijo la turista al tiempo que tomaba asiento.

-Austriaca, en realidad.

-¡Ah, como el vuelo es a Múnich, pensé que...!

-La ciudad donde vivo está más cerca de Munich que de Viena.

-¡No me diga más: Salzburgo!

-Cerca.

-He estado estudiando la geografía de la zona últimamente. Mi marido es militar y está destinado en Alemania. De hecho, viajo para visitarle. Tenemos planeado hacer un tour por la zona y Salzburgo está incluido.

-Es una zona muy bonita, les gustará.

-¿Cómo se llama su pueblo? ¡Quizás también pueda ir a verlo si pilla de camino a Salzburgo!

-No, me temo que Siezenheim no tiene nada de interés para el turismo.

-¡Qué pena! Pero seguro que algo de interés tiene. ¡Háblame más de....! ¿Cómo ha dicho que se llama su pueblo?

 Si aquella señora buscaba cháchara para amenizar el viaje, tendría que buscarla en el ocupante del asiento 14C. Ella no estaba de humor para sumergirse en un mar de conversaciones intrascendentes. Sólo quería llegar a casa lo antes posible y olvidar que había orquestado el exitoso magnicidio del hombre más poderoso del mundo. 

domingo, 17 de febrero de 2019

Acción Ejecutiva (1).

Estaba de luto, como todo el país, aunque ella por la persona equivocada.

¿Qué mierda hacía ahí ese crío? ¡Saludando! ¿Acaso sabía por qué? ¿Acaso era consciente de que había muerto su padre? ¿Acaso sabía lo que era la muerte? ¡Bonita manera de perder la inocencia aquella!

Aunque la de su pobre niña no había sido mucho más dulce.

Apagó la tele, se sirvió otro latigazo de alcohol, tomó el teléfono, marcó dos números, colgó, se calzó la ginebra de un trago. Iba a llamar a la policía, pero, ¿para qué? ¡Si no la iban a creer! ¡Otra loca con delirios de grandeza con ganas de hacerles perder el tiempo!
 
En el fondo, sentía remordimientos por todo aquello. Muchos. Cuando habían trincado al tirador, la había inundado una ola de alivio: el tipo aquel cantaría y ella sería castigada por su pecado. Ni siquiera había intentado escapar (no le habría resultado difícil). Todos tenemos que pagar por nuestros malos actos: el chico, el gran hombre, el tirador, ella misma...

Pero entonces el gordo aquel había matado al tirador. En las mismísimas narices de la policía. ¡Pandilla de inútiles! ¿Cómo les podían haber ganado la guerra? Los ingleses, ella siempre había tenido la teoría de que los verdaderos culpables habían sido los ingleses. Los yankees sólo habían contribuido con dinero y carne de cañón pobre de pueblachos del sur.

Como el pobre Johnnie.

Volvió a coger el teléfono y se quedó mirando fijamente al auricular. Ella era una cuarentona ama de casa austriaca que resultaba ser también el cerebro detrás del asesinato del presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy.    

No, definitivamente los muchachos de la Ley del Tío Sam jamás iban a tomarla en serio. Mejor no perder el tiempo. Hora de volver a casa.