Huntsville es una localidad tejana íntimamente ligada al sistema penitenciario estatal desde hace mucho tiempo. Allí hay una cárcel grande y especial. Allí el soberano estado de Tejas mata a gente.
Se puede visitar el cementerio de la prisión. Un océano de cruces blancas marcando la tumba de perdedores con familias sin recursos para pagar nada mejor o, simplemente, cuyo cuerpo nadie se molestó en reclamar. La mayoría, tan sólo presenta un número de identificación y la fecha de ejecución. Nada de nombres. Todo este macabro conjunto tiene un nombre: "Cementerio Capitán Joe Byrd".
"Joe Byrd era el tipo que lo hacía", acaso afirme con cierta satisfacción algún espontáneo guía local. "Ya sabe, cuando usábamos la silla...Joe le daba al botón".
Es cierto, el cementerio de la prisión de Huntsville, Tejas, fue bautizada en honor al funcionario de la cárcel que ejercía de verdugo. Hasta aquí el morbo, para el que le guste.
La historia que hay detrás es la de un tipo con el valor de no esconder lo que hacía. No era ningún secreto. Todos los condenados del corredor sabían que sería Joe. "No se preocupe. Alguien tiene que hacerlo...", solía ser la respuesta típica.
Pero Joe Byrd también se ocupaba personalmente de que el reo fuera enterrado de un modo correcto y de que el cementerio mantuviera siempre un aspecto digno.
Esa es la particular belleza de la historia. Mientras todo un estado aprobaba con la vista fija en otro lado, un simple particular hacía el trabajo sucio y les reintegraba un poco de dignidad a unos criminales que, después de todo, ya habían pagado su pena.
Captain Joe Byrd Cemetery, Texas. Ahora un poco más abandonado desde que Joe ya no está.
"Música a cuento..." símplemente, Taps.
No hay comentarios:
Publicar un comentario