Habrá quien diga que el éxito de Sydney Pollack carece de todo mérito: es sencillo hacer una película con un señor de buen ver en su mejor momento y llenar los cines de espectadoras en las tardes que hay fútbol. No es tan fácil, señor mío. La psicología femenina es compleja. No es como una peli para tíos, donde basta con una veinteañera potente (incluida promesa implícita de que sus pezones se asomarán a saludar durante al menos un par de segundos) y unos cuantos tiros. A ellas hay que ofrecerles una historia, una música, unos escenarios...Y eso es lo que les daba Sydney Pollack.
¿Cómo resistirse a viajar a África y enamorarse de un cazador con pasado (que, encima, es Robert Redford)? Además, las heroínas de aquellas historias no eran niñas aún impermeables a la arruga y de rasgos y tipines perfectos. Era Barbra Streisand, Jane Fonda o Meryl Streep. Mujeres de carne, hueso y carácter, con sus virtudes y sus defectos. Mujeres a las que se les perdonaba el pecado capital de haber cumplido los treinta y querer seguir sintiéndose vivas. Mujeres con las que eran muy fácil identificarse.
Y así recordarán muchas a Sydney Pollack. Como el hombre que les regaló a Robert Redford más irresistible que nunca, como el hombre que les ofrecía un sueño que parecía casi real a cambio del precio de una entrada.
Sydney Pollack (1934-2008). Thank you, sir.
"Música a cuento de..." Mr Pollack, pues una de las canciones más inolvidables de la historia del cine. "They way we were". La película que recordó a más de una señora separada que la nueva pareja de su "ex" podía ser más joven, más guapa y más todo, pero no la amaba tanto como la amó a ella. (Que se joda).
No hay comentarios:
Publicar un comentario