Uno siempre da por hecho que eso de que a los reyes se los dan todo hecho., y todo se lo hacen, debe de tener un límite.
El caso es que los reyes de Inglaterra hasta el siglo XVI incluso para las -a menudo tan peliagudas- lides de la evacuación de residuos orgánicos propios tenían escudero.
"Groom of the Stool" era el título oficial del señor en cuestión (algo así como "mozo del retrete") y estaba para todo lo que hiciera falta para que la operación se comenzara con el esplendor y decoro que un rey merece, y se culminara con la higiene que todo ser humano -por muy regio que sea- requiere. En otras palabras, que se aseguraba de que el retrete estuviera siempre listo y limpito, presenciaba (de hecho, "presidia") el proceso en sí y -el dato con el que se queda la mayoría del público- limpiaba personalmente las reales posaderas.
Mas no se piense que el responsable de tan escatológica misión era un cualquiera. Muy al contrario, había auténticos tiros -o flechazos, en la época- por ocupar el cargo.
El ejemplo más claro es el de Enrique VIII. Sus "Grooms of the Stools" fueron siempre hombres de su absoluta confianza, no porque le fueran a ver el culo -con perdón- sino porque el momento de obrar era también para el monarca el destinado a pensar y madurar decisiones, (reconozcámoslo, Enrique VIII no era el único en esto).
Así pues, el "Groom of the Stools" era siempre uno de sus más cercanos colaborades, consejeros y confidentes. En otras palabras, un personaje de la máxima influencia en la corte.
Y es que, con perdón de usted, hacer de cuerpo en compañía une mucho.
(Pero no le aconsejo hacer la prueba).
En el fondo, -y con su enésimo perdón- a menudo no hay tanta diferencia entre hacer caca y hacer política.
1 comentario:
Muy bueno. Me gusta la reflexión final, jajaja.
Publicar un comentario