No pasará a la historia por su inteligencia (mas pasará, aunque sea sólo un poquito y por tonto), el tipo aquel (argelino por más señas) que intentó limpiarle la cartera de su bolso de mano a Larry Wade -vallista de categoría internacional- en presencia de Maurice Greene -un colega que corre 100 metros en 9,79 segundos-, mientras la televisión los grababa, y con un guardia civil a un metro.
El lugar de los hechos fue el aeropuerto de Sevilla y, en realidad, no fue precisa la intervención de los sobrinos del Tío Sam, ya que el miembro de la Benemérita capturó al mangante nada más iniciar el sprint (con lo que, de seguro, le salvó de que Greene le recetara una galleta para la mandíbula).
En descargó del nota, hay que destacar que lo suyo no es un caso aislado. A mediados de los 80, la ciudad de Madrid fue testigo de cómo un amigo de lo ajeno con pies veloces le sustraía la bolsa al velocista Emmit King. Pies veloces, como dije, pero no lo suficiente.
Y todavía hay más (la gente no escarmienta), el pasado mes de marzo, José Luis Blanco, subcampeón de Europa de los 3.000 metros, contempló como tres jóvenes salían corriendo de un supermercado con dos bolsos en la mano. En esta ocasión, el rollo velocista parece que dio algo más de resultado, pero, claro está, al ratito las fuerzas de los rateros empezaron a flaquear, mientras que el bueno de Blanco apenas había empezado a disfrutar de la carrera. Resultado, tiraron los bolsos y el perseguidor, tras recuperar el botín, dio por concluida la aventura (por si las navajas...)
En el lado negativo, Ben Johnson. Allá por 1999, al héroe efímero y mentiroso de los Juegos de Seul, en Roma unas dulces señoras le birlaron "la de Ubrique" con 7.300 pavos en efectivo, ante la impotencia del ex-atleta para darles caza. Se desconoce si las "chistorras" (es el mejor femenino de "chorizo" que se me ocurre) pasaron el preceptivo control anti-doping.
El cuadro, con el astuto descuidero (destacado), los atletas y el guardia civil.
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