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martes, 17 de noviembre de 2009

La Clase Turista del Arca de Noe: El Lemming.

Walt Disney fue la gloria y la miseria del bichito. Fue él quien le catapultó a la fama, pero a una fama bastante mala.

Suicida, el Lemming tiene fama de suicida. Y sin razón aparente más allá de las apariencias.

Pero empecemos por el principio: los Lemmings se reproducen como conejos (y los conejos como lemmings) y son muy dados a la migración, la cual realizan siguiendo una ruta férreamente marcada por el instinto y la herencia genética.

El problema es que la tierra cambia sin previo aviso, por lo que la ruta que fue segura, deja de serlo, con lo que los Lemmings, guiados por su instinto, puede que salten como perfectos "gilipollases" (con perdón) a una muerte segura barranco abajo (o, en muchos casos, que los empujen los fuertes vientos).

Es por eso que parece que algunos Lemmings se suicidan, pero, reitero, no es que no puedan con la vida, es que lo hacen sin poder evitarlo.

Para colmo de males, sacaron una famosa serie de vídeo-juego cuyo objetivo era evitar que Lemmings se suiciden en colectivo.

(Ah, y para colmo de peores, en el documental de Disney -"White Wilderness"-, los lemmings no se caían, sino que los empujaban hacía el precipicio. Si es que en las pelis de Don Walt no pasa nada de verdad ni en las que son de verdad).

Tendencias románticas aparte, el Lemming es un roedor como cualquier otro, con piel peluda, sus dos paletas de escolar repipi, su cierto aire de rata y su vida hecha en el Ártico.

Momento tentempié.

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