Si destaca usted lo suficiente, tarde o temprano alguien decidirá que es una buena idea hacer una película sobre su vida.
Entonces pueden pasar dos cosas:
a)Que esté usted muy visto, con lo que el actor o actriz que le va a encarnar se pasará horas y minutos repasando cada aparición suya en televisión, hasta conseguir imitar a la perfección matemática su manera de hablar, moverse e incluso esa costumbre tan suya y tan fea de rascarse constantemente el sobaco derecho. Maquillaje y sastrería harán el resto, y los premios lloverán como un jueves de abril en Ferrol.
b)Que sea usted un personaje de aspecto más o menos desconocido, principalmente porque usted vivió antes de que a algún ser humano se le ocurriera inventar la fotografía. Entonces, prepárese.
Prepárese a ganar altura, a estar mucho más fuerte y bello, a llevar ropa que jamás habría vestido y decir cosas que jamás se le pasaron por la cabeza. Pero no se apene, que -como ve- todo en su vida de moviola será mucho más bonito y emocionante.
Descubrirá con asombro y agrado cómo suena una preciosa melodía de fondo (que también resultará nominada) mientras usted escribe, pinta o galopa, y todo esto, con cara de "estoy haciendo historia y de la buena".
De propina, además, su mujer también estará más estupenda, sus hijos serán más ricos e incluso el panadero de su barrio tendrá brazos y bronceado de plástico.
En fin, cosas del cine.
"El Cid", más o menos. (Más menos que más).
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