Soy de los que, a veces, viajan sin más compañía que EasyJet.
Viajar solo da una curiosa libertad, la de la inmunidad contra el bostezo, el resoplido y el reojillo al reloj. Porque, con trágica frecuencia, el apasionamiento de unos es el pestiño de otros.
El que viaja por su cuenta entra cuando quiere y sale cuando le parece.
Visita sitios raros y elude con limpia indiferencia las citas turísticas ineludibles.
Fotografía poco, o quizás nada, o saca mil fotos de un perro tumbado a la lluvia.
Todo el mundo debería viajar exento de compañía alguna vez en la vida, a lugares remotos, a otros continentes...Aunque, al final, el que viaja solo se acaba visitando a sí mismo.
Un lugar apasionante para conocer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario