No es que estuvieran totalmente aislados, prestaban lápices de colores, e incluso se atrevían a pedirlos de por favor (menos a Coronel, que era bruto, repetidor y de eructo fácil).
Pero ni Batista ni Cossio estaban jamás en las listas de invitados de las fiestas de cumpleaños. Desde el Burger King a la Discoteca Banzai, toda una escolarización de incógnito social.
Ni a Batista ni a Cossio parece preocuparles demasiado todo esto. Vagabundean los sábados por la tarde entre los mostradores de los centros comerciales, o matan marcianos, a 25 pesetas la masacre, hasta que se acaba el presupuesto.
Son felices, o eso creen, o eso quieren creer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario