El inspector Colobatti, bien curtido como estaba, no pudo evitar un gesto de asco y partir de un mordisco su perenne palillo entre los dientes.
-Sí, jefe, no es algo bonito.
-Es asqueroso, Burks.
-Esto lleva la firma de la familia de las Hadas.
-Sin duda.
-¿Por qué se han vuelto tan violentas? ¿Por qué no se limitan a convertir ratones en lacayos y calabazas en carrozas?
-Ojalá lo supiera, Burks. Pero ahora la importante es intentar poner fin a esta sanguinaria espiral de violencia. Esta semana ya llevamos tres madrastras y dos hermanastras fiambres, y todavía estamos a jueves.
-Atención, Central para Colobatti.-saltó la radio del patrulla.
-Adelante, Central.
-Ha habido un tiroteo en una carpintería.
-¡Mierda, lo que faltaba! ¿Muertos?
-Dos tipos muy raros. De hecho, parecen un zorro y un gato. Acribillados.
-¡Mira que se los advertimos! En fin, detengan al viejo y al muñeco. Ahora vamos para la comisaria.
-Bueno, jefe, al menos esta vez sabremos seguro si el testigo nos miente o no.
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