Bien sé que con esto le voy a partir el corazón, pero ya no se ve a los niños jugándose los cromos de fútbol en el patio de mi colegio.
Ahora tienen unos cromos muy raros de unos bichos todavía más (raros), y, lo que es peor, juegan a cosas incluso más rarísimas con ellos (que los hay hasta con un imán por detrás).
¡Con lo divertida que era la palma! Esos dos cromos solapados, ese revisar manos para asegurarse de que no había saliva, e, incluso, esos cromos trucados para pesar más con que el tahúr de 5º de EGB engañaba a los chavalines de 3º.
Por cinco duros te daban cinco sobres. 25 cromos en total. Abrirlos...era ilusión infantil en estado puro. Sile, sile, ¡nole! (emoción máxima).
Sí, la época en que los cromos no eran adhesivos y había que unirlos indisolublemente al álbum con pegamento y esmero. La época de los "últimos fichajes" y las "sustituciones", y el derroche que significaba conseguirlos (100 cromos pagué yo por un N'Kono recién llegado al Español).
Este era el cromo, sí señor. Hace 25 años, mi mayor tesoro por unos días.
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