Entra un policia de trafico en una libreria y pide "Mein Kampf" de Adolf Hitler.
No, no es el comienzo de un chiste o un sketch de un programa de humor. Es la pura realidad, segun me informa ayer el propietario del establecimiento.
El ser humano es disparatado. O, mejor dicho, se enfrenta a diario a unas circunstancias que lo empujan al disparate. Aunque, a menudo, lo que hace que una situacion sea tan graciosa es nuestro torpe e infructuoso intento de que darle un bano de seriedad.
Un ejemplo por ejemplo: a todo el mundo se le puede romper la cremallera del pantalon (bragueta, para los amigos), siguiendo las ensenanzas del juez Murphy, el dia de la boda y delante de la inminente esposa, su papa y 100 invitados surtidos. Uno puedo sonreír poniendo cara de bueno, explicar la situacion e interrumpir la ceremonia para subsanar el tema o, como yo mismo haria, pasarse toda la misa haciendo exoticas maniobras y contorsiones para intentar que no se note. No hace falta decir que el mamoncete del hermano de tu novia se ha dado cuenta automatica del percance, y que la noticia del detalle ha corrido como un velocista jamaicano por entre los bancos de la iglesia. Las señoras simulan estar escandalizadas, los señores a duras penas se aguantan la risa, y todas las camaras enfocan el teatro de operaciones. Animo, que solo te queda el banquete.
(Por cierto, he buscado "Mein Kampf" en un ordenador publico para ver como se escribia. No creo que un equipo de operaciones especiales tarde mas de un par de minutos en asaltar la sala para llevarme preso).
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