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lunes, 2 de junio de 2008

Un señor que me llame señor.

Lo peor de tener un trabajo que jamás me hará rico es que nunca voy a tener mayordomo. No me había dado cuenta hasta esta tarde y, la verdad, el pensamiento me atormenta.

Alguien que me traiga enguantado prensa y desayuno a la cama, me prepare la ropa del día y me saque lustre al calzado.

Alguien que me despida la jornada diciendo: "Si el señor no ordena nada más, me retiro a mis habitaciones".

Alguien que conozca todos mis secretos y los guarde más allá de la tortura y la propia muerte.

Alguien que coja el teléfono cuando me llamen para venderme algun estúpido producto bancario y replique con aplomo y grave voz: "El señor no puede ponerse al aparato, pero me ha indicado que le diga que, de momento, no está interesado en contratar nada con ustedes".

Alguien que reciba a las visitas, les pregunte a quién debe anunciar y los deje esperando en una salita con cuadros estilo John Constable.

Alguien a quien acusar cuando haya un asesinato en el bloque.

Alguien llamado "Wattford", "Jenkins", "Spencer" o, en el peor de los casos, "Bautista".

Alguien que se beneficie a mi señora (cuando la tenga), a plena satisfacción de la interesada.

¡Qué bonito seria tener mayordomo!

"Lo que queda del día". Película "de mayordomo", esencial para todos los amantes más o menos ocasionales de ese gran país llamado Reino Unido.

"Música a cuento de..." mayordomos. Pues un fragmento de "Cuadros de una exposición" de Modest Músorgski. No sé, a mí me suena a mayordomo y tal...

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