Ya llegó el verano, la niña mimada de las estaciones. La única que se ha ganado el diminutivo popular (nadie habla de inviernito, otoñito o primaverita).
Llegó tarde este año, para desesperación de las multitudes "hartas de tanto frío y tanta lluvia". Descuide, que son los mismos que mañana mismito por la tarde, despatarrados bajo el pino de algún parque como sapos agonizantes, protestarán a los cuatro vientos que se mueren de calor.
Ni con la climatología están satisfechos muchos. Cuando llueve, porque agua; cuando no llueve, nos morimos de sed; cuando hace frío, se hielan; cuando llega el calor, se nos derriten.
¿Tan complicado es ponerse un abrigo o ponerse a la sombra? Supongo que el caso es quejarse. O, quizás, el caso es tener algo de que hablar. O algo de lo que hablar para quejarse...
(¡Qué flojito esto de hoy! No me extraña. No hay quien escriba con este calor asaharaniano).
"¡Joé, qué calor!". Frase favorita de los "Indiana Jones" de agosto, Soltour y carterita en bandolera. ¿Qué esperaban en pleno desierto?
"Música a cuento del..." verano. Vivaldi, ¿no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario