"Vamos donde quieras, me es inverosímil". Ja, ja, ja...El común de los mortales aquí ve un chiste ya algo avejentado, pero que se sigue utilizando, casi por inercia acostumbrada. El particular de los filólogos inmortales, en cambio, ve un espécimen digno de estudio.
"Malapropismo", así se llama a eso de usar, a posta y adrede o sin saberlo, una palabra de sonido similar en vez la que realmente es correcta. Hay miles de ejemplos, muchos protagonizados por rostros muy famosos y poco leídos. (A la sin par ni juego Sofía Mazagatos le atraían los toreros porque "estaban en el candelabro").
El término viene de la Señora Malaprop (derivado de "mal a propósito"), personaje de la obra "Los Rivales" de Richard Sheridan donde este personaje se pasaba toda la obra diciendo la palabra que no era.
La causa es bien sencilla: cuando oímos una palabra que jamás hemos oído, lo más probable es que la entendamos mal (en especial, si es larga y complicada) o pensemos que se trata de otra que ya conocemos. Además, entra en juego la siempre sabia y simpaticona "etimología popular", que convierte, por ejemplo, al bacalao en "bacalado" o la mandarina en "mondarina".
Resulta ser el malapropismo una de las formas más efectivas y sencillas de conseguir una sonrisa. El propio William Shakespeare lo usaba en sus obras como recurso cómico. Así, la entrañable ama de Julieta quería "confidenciar con usted", en vez de conferenciar. De su uso y abuso en la televisión moderna...a "Los Serrano" me remito.
Terminemod diciendo que nadie está libre de sufrir un ataque de malapropismo agudo y que la educación dicta no reírse de la ignorancia ajena, que igual de grande es sin duda la propia.
¿Cómo olvidar a Mario Moreno "Cantinflas", acaso el mayor maestro del malapropismo que los siglos vieron? Dicen las dichosas malas lenguas que era un recurso para intentar maquillar una falta de formación que le avergonzaba.
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