Un asunto de importancia menor.

Nunca he ocultado que veo esos programas de la tele que nadie ve. Sin ir más lejos, el lunes por la tarde (poco más de las 6), le di al botoncito mágico y me monté en la noria zappinera. En mitad de una de las vueltas, cacé a una cadena dando la noticia de que "tres drag queens y una gogó le habían hecho una felación forzosa a un joven de 18 años". Me entraron sentimientos surtidos.

Primero, la indignación de que lo del "horario protegido" siga siendo un chiste, por mucho que firmen protocolos y hagan ruedas de prensa con el preceptivo pez gordo de la Oficina del Defensor del Menor listo para la foto.

Segundo, me sentí muy viejo. En mis tiempos, a esa hora Espinete, Don Pimpón, Ana y Chema cantaban alegremente. (Luego, lo que hicieran en sus ratos libres, ya no es asunto mío).

Y por último, me sentí muy aliviado de no tener hijos. ¿Qué habría hecho de haber estado viendo el programa con mi princesita de 10 años? ¿Cómo habría toreado su irremediable curiosidad y le habría explicado con mis y sus palabras la situación? Y, lo peor de todo, ¿qué cara habría puesto yo cuando ella me dijera con toda naturalidad: "vamos, que tres tíos raros de esos que se visten de tía y una de esas que baila medio en bolas le hicieron una mamada a un chaval y él no quería".

Muchos reniegan de Espinete y se burlan de él, pero el que no se supiera todos los capítulos de memoria, que tire la primera piedra.