Los VIPs son esa gente que nunca espera colas y a los que siempre les espera una azafata. Sus asientos son más cómodos y están tan cerca que hasta el sudor de los artistas les salpica. El único consuelo es que se aburren igual que tú.
¿Cómo se llega a ser uno de ellos? Pues siendo sinónimo directo o indirecto de pasta. Desde el político que da y quita contratos y subvenciones hasta el simpático y menudo empresario japonés que viene a comprar aceite por cosechas, pasando por todos los artistas con mayor o menor arte que le dan imagen publicitaria al asunto.
Existe, para los mortales de mortadela como usted y como yo, la posibilidad de ser uno de ellos por una tarde-noche. Reúna más tapas de natillas que nadie o gane un concurso radiofónico y le serán abiertas las tan ansiadas puertas de la Babilonia de la "Sala VIP". Coma y beba todo el catering caro que pueda y comparta urinario con su presentador favorito.
No, gracias.
Cherie Blair, desde su asiento de "VIPesa" entre los VIPs, se marca un antológico bostezo durante los Juegos de la Commonwealth. Apuesto a que había mucha gente que hubiera disfrutado más de la localidad. Atención a la cara de su marido "El Tony".
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