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lunes, 17 de marzo de 2008

¿Hay algo más inmoral que nuestra moral?

El humorista Lenny Bruce tuvo gravísimos problemas con las justicia norteamericana por su propensión a las referencias sexuales en sus espectáculos. Corrían los años 60y hablar de penes no era moralmente aceptable. Aunque, como decía la chirigota de "El Lobe", si un pene te parece de mal gusto, señal de que lo has probado. Curiosamente, el mismo Sistema Tio Sam que machacó a Bruce por hablar de lujuria y desenfreno, no tenía el más mínimo problema de conciencia al ver morir gente, propia y ajena, en Vietnam.

Es el viejo tema de lo que resulta aceptable y lo que no. Y, sobre todo, es la vergonzosa paradoja de las conciencias flexibles, que condenan o ignoran un mismo hecho objetivo según convenga. En otras palabras, y por resumir, nuestra vieja amiga la doble moral que todos tenemos.

Afortunadamente, aún quedan voces valiente por ahí que chillan sin descanso a los sordos oídos de las sociedades hipócritas. Los señores respetables que no merecen mi respeto se burlan, pero, gracias a ellas, chistes como el que sigue se han volatilizado de la España mediática:



La gracieta pertenece a la película "Historias de la Televisión". Uno de los co-guionista de la cinta es Pedro Masó, que recibió un Goya Honorífico en 2006 por el conjunto de su carrera. "¡Es un chiste de nada!", dirán llamándome exagerado. "¿Comó era aquello de la 'Tolerancia 0'?", respondo yo.

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