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miércoles, 25 de julio de 2018

El Archivo (y 5)

Si no hubiera estado tan muerto de miedo, se habría sentido muy decepcionado e incluso más confundido. Ellos eran un él calvo, bajito y barrigudo, y el despacho era una enorme nave subterránea con cientos, quizás miles, de archivos.

-Debería informatizarlo todo algún día de estos -dijo el tipo aquel. Néstor no supo que hacer, así que no hizo nada. Se quedo tieso, callado con la sonrisa vacía y estúpida de un muñeco de feria. -Todo esto es la base de mi inmenso poder, el resultado de décadas y décadas de trabajo... Te enseñaré cómo funciona. Dime alguien que te caiga muy mal.

Néstor se quedó todavía más bloqueado. Una experiencia nueva para él. Sin duda que, como todo hijo de vecino, tenía cientos de respuestas correctas para esa pregunta, pero ninguna le venía a la mente. El tipo aquel sonrió.

-Ya veo que te ha comido la lengua el gato. Bueno, te echaré una mano. ¿Te acuerdas de Íñigo García Paredes? Seguro que sí, aunque tengo entendido que le llamabais la Rata.

Néstor asintió como un borrego. Ya no es que estuviera confundido, es que era presa de un profundo shock. ¿Cómo sabría el tipo aquel que Íñigo "La Rata" García Paredes había sido el profesor de Matemáticas que le había amargado sus dos primeros años de Educación Secundaria? El tipo aquel se acercó a un archivador cercano, abrió un cajón marcado GarciaP y, con sorprendente habilidad, sacó la subcarpeta que contenía la ficha del tal Rata.

-Echa un vistazo.

Néstor comenzó a leer los documentos -y, sobre todo, ver las fotos- que contenía aquel dossier. Su asombro era mayor a cada hoja que pasaba.

-Soprendente, ¿eh? ¡Quién hubiera supuesto que el recto don Íñigo tenía unas aficiones tan, digamos, viciosillas! Seguro que habrías pagado lo que fuera por tener acceso a esto cuando eras su alumno. Sin duda, con alguna de esas fotos sobre su mesa, la Rata habría reconsiderado tu nota. Pues así es como funciona todo esto. Tengo millones y millones de fichas como las de tu amigo. Yo le pido a la gente que haga cosas por mí, y, si se niegan, les chantajeo. Sencillo, ¿no? Seguro que te preguntarás cómo consigo toda esta información. Te irás enterando a su tiempo, pero es mucho más sencillo de lo que parece: todo lo que se requiere es dinero y paciencia, como para lograr casi todo en esta vida. Sí, mi estimado Néstor, no importa lo rectos, saludables y limpios que parezcamos, todos tenemos un puñadito de cosas de las que no nos sentimos particularmente orgullosos, por no decir que nos avergonzamos de ellas. Y cualquiera que sepa nuestros secretillos, nos tiene cogidos por las pelotas. Pero basta de cháchara, es el momento de actuar. Tengo una misión muy importante para tí. Busca la ficha de Su Santidad, que te vas de fiesta con él.

-¿Su...Santidad?

-En efecto. Lo tenemos por su nombre civil. Supongo que lo sabes.

-Sí, creo que sí.

-Pues en marcha...Y llama a casa para decir que no irás a cenar.

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