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viernes, 12 de enero de 2018

Valor sin Valor (y 15).

-¿Qué tal?

-La madre, ya te puedes figurar. Y el padre creo que incluso peor, aunque el pobre hombre lo disimulaba lo mejor que sabía.

Johanna Smitt había sido encontrada muerta en un callejón perdido, tras varios días desaparecida. Un inoportuno resbalón y un fatal golpe en la cabeza. El comisario retirado Kewabo, por su parte, se había pegado un tiro con su vieja arma reglamentaria. Era un amargado y un gilipollas y, ya se sabe, eso deprime muchísimo.

El coche se puso en marcha con Kata Alwa y Yohn Gangó abordo. Él había ido a buscarla al tanatorio Kata era la jefa de Johanna, e ir a esas cosas va en el sueldo.

-Sí, habría hecho una carrera muy brillante en el periodismo, pero le perdió su manía de querer investigar y contar la verdad.

-Ese es el pecado más grave que puede cometer un periodista.

Kata Alwa y Yohn Gangó volvían a estar liados. La fuerza del Destino (o quizás de la costumbre). ¡Tenían tanto en común! Una conspiración, sin ir más lejos.

Yohn Gangó había acudido aquel día a la comisaría a entrevistarse con Magnolia Glenn. Aquello apestaba a mártir para la causa, y los activistas tienen el olfato muy fino para esas cosas.

-¡Yo no fui la que le tiró el filete a la cara al tío ese! ¡Pero ni siquiera estaba en casa!

-Normal. Esta gente siempre mete en la cárcel al primer chivo expiatorio que se cruza en su camino.

-En mi casa estaba Hummie. Debió de ser ella. Se lo he dicho a esta gente, pero no me creen. Es una pobre vecina que tengo. Tartamuda de nacimiento, más bien poquito agraciada y no tiene muchos amigos. Cuando no tiene nada que hacer -que es casi siempre-, la tengo metida en casa. Una pesada, con el corazón de oro, pero una pesada. Igual es mejor dejarlo estar, señor Gangó. En seguida me soltarán...

De camino a casa aquel lejano día, Yohn Gango se dio cuenta de que Magnolia -joven, fuerte y guapa- era perfecta para la causa (no como la tal Hummie que, por lo que parecía, era tartamuda, antipática y fea. ¡Esos no valen como símbolo de una causa justa!) Y es que hasta para los que luchan por la igualdad de todas la personas, los seres humanos jamás serán todos iguales.

Esa misma noche amasó en compañía de la almohada (y de Kata Alwa) toda la comedia, famosa frase lapidaria incluida (en honor a la verdad, eso fue idea de Kata). A la mañana siguiente, a primerísima hora, ya estaba exponiéndole a Magnolia Glenn su plan. En principio, ella se había mostrado reticente, pero, cuando él le contó todo aquello de que era su deber para con su pueblo, Magnolia se empezó a animar. Además, que su foto iba a salir en todos los periódicos. Yohn Gango también se entrevistó con los funcionarios que habían sufrido el incidente. ¿Cómo no se habían percatado de que la mujer detenida no era la que le había tirado el filete a la cara? Sin duda, porque cuando consideras a seres humanos como animales, todos te parece que son iguales (es una más de las múltiples miserias del racismo). Eso y que la infractora llevaba un sombrero calado cuando se produjo el incidente, según ellos mismos le confesaron.

También se habló con Hummie. "No digas jamás que tú fuiste la que le tiró el filete a la cara al tío aquel, que vas a la cárcel". Ella no precisó de más razones. Sin embargo, con el paso de los años, Hummie empezó a sentir que le habían robado una gloria que era suya. Pero ya no tenía sentido levantar la voz. Al fin y al cabo, no era más que una pobre vieja de una minoría confinada en una silla de ruedas.

¿Y con Kewabo? ¿Qué hacían con ese extremista? Mejor dejarle en paz, pero bien vigiladito. Por si acaso. Yohn Gango se encargó personalmente del asunto.

La mascarada, la gran farsa de la Bondad, había funcionado tan bien durante tanto tiempo, que ya los amantes conspiradores pensaban que era indestructible. Pero entonces aquella niñata tuvo que contactar con el cerdo de Kewabó. Nada más enterarse Yohn Gango y Kata Alwa, saltaron las alarmas. Esa muchacha es tan lista que acabará topándose con la verdad. Y no se habían equivocado (o eso creían). Gango empezó a mover hilos en las muy altas esferas para evitar lo peor.

En realidad, la maldita casualidad de una fotografía había sellado la sentencia de muerte de Johanna Smitt (y de, refilón, de Kewabo). Johanna (y Hummie) eran dos personas de muchísmo valor -por valiosas y por valientes-. El valor de gente con Yohn Gango y la mismísma Magnolia Glenn, en cambio, seguramente no tenía el más mínimo valor.

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