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viernes, 6 de octubre de 2017

El Segurata que Amaba a los Pitufos (y 3).

Era el mejor. Por mucho que fuera más bien bajito y seguramente pasado de edad. Seguía siendo el mejor.

-Ha sido la inmovilización más limpia que he visto en mucho tiempo.

Todo un cumplido, viniendo de quien venía.

-¡Me ha costado! ¡No vea usted cómo se resistía!

-Sí, le debe gustar mucho este grupo musical para darlo todo con tal de colarse.

-Pasa con frecuencia. Estos fans son unos locos.

-¿Es usted fan de algo?

Sí, por supuesto, de los pitufos. Pero, ¿cómo confesarle eso a un supervisor de seguridad curtido en la Legión en sus años mozos?

-Del fútbol...como todo el mundo.

Exacto. Mejor una respuesta predecible, conservadora y segura.

-¡Pues imagínese que su equipo juega la final de la Copa de Europa y usted se quedó sin entrada!¿No haría lo mismo?

-Sí, supongo que sí.

-Los sueños están para cumplirse a cualquier precio, agente.

"Los sueños están para cumplirse a cualquier precio". No paró de repetirse la frase en el Metro de camino a casa.

Daba lo justito para vivir con algún extra ocasional, cosas de cobrar de entrada la voluntad (para ser honrado lo poco que sacaba se lo daban las camisetas de recuerdo), y quizás no le hiciera mucha gracia eso tener la casa llena de desconocidos. Pero, después de todo, un sueño es un sueño.

Bienvenido al Pequeño Gran Super Museo Pitufo.  El nombre no era gran cosa, pero a él le gustaba y enseñar su colección era un millón de veces más agradable que aquel trabajo de guardia jurado.

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