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domingo, 2 de julio de 2017

La (casi) inocente ludopatía de la familia Roquetas. (y 4)

-¿Ves cómo al final ha habido que traer al chaval a urgencias?

-¡Bah, esta generación, que son unos blanditos!

-Y lo de que se fue de botellón con los amigos y ha llegado a casa así no ha colado, macho. ¡Que los críos tan pequeños no beben todavía!

-Esta gente está acostumbrada a que les mientan. Para ellos es algo normal: curan y punto. O, en este caso, le sacan del coma y punto.

-¿Coma?

-Sí, coma etílico de libro.

-¡Si me dijiste que era un desmayo!

-Coma, desmayo...para el caso es lo mismo, y a ti es mejor no asustarte, que eres un histérico.

-¡Joder, que tengo a mi hijo en coma!

-Ves, te lo dije: eres un exagerado.

-¡Que tienes a tu sobrino en coma, hijo de la gran puta!

-¡Oye, sin insultar, que somos familia!

-Pero, ¿cómo le hemos dejado beber tanto?

-Tranquilo, que el chaval saldrá de esta.

-¡Joder, joder, joder...!

La noticia de que Lolín estaba en urgencias corrió como la pólvora por los móviles de la familia Roquetas, con las lógicas consecuencias: sorpresa, alarma, ansiedad...

Menos el tío Isiodoro. Éste se limitó a sacar su cuadernito y subrayar la apuesta que había registrado hacía tan sólo unas horas en el tanatorio: el próximo en caer: Lolín.

Así eran los Roquetas en estado puro.

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