-Se nos ha ido la mano.
-No es para tanto.
-¿Tú le has visto la cara al crío? ¡Y después de todo lo que ha echado!
-Bueno, igual el último gin tonic sobró, pero...¿dónde se ha visto una primera consumición es esta familia sin gin tonic?
-Sólo te digo que un poco más y nos había tocado dejarlo en el tanatorio.
-Bah. Yo lo tenía todo controlado.
El coche paró en un semáforo. Había llegado el momento de otra de lsa tradiciones automáticas de la familia.
-Di.
-Derecha.
-De a cinco.
-De a diez.
-Pues ya está.
Partidos de fútbol de semáforo. Las reglas eran muy sencillas: cada peatón que cruzaba en tu sentido elegido, un gol para ti (los bebés no contaban).
-Esta va a ser buena. Este semáforo dura bastante.
De inmediato empezaron los ánimos, que se volvieron chillidos tan pronto como el hombrecillo verde comenzó a parpadear. Con empate en el marcador, una joven inició a lo lejos la carrera y, aunque pareció dudar durante un instante, se decidió a emprender el cruce apurado.
(Acelerón, golpe, acelerón...)
-¡Tú estás loco! ¡Has matado a la chica!
-No, no la he dado de lleno. Una par de fracturas, como mucho.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque sé de estas cosas. Igual que con el chaval. Sé lo que puede beber un crío sin morirse. sé lo fuerte que se puede golpear a una persona con un coche sin matarla.
-¡Eres un majara!
-No, simplemente, no me gusta perder.
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