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jueves, 22 de junio de 2017

La (casi) inocente ludopatía de la familia Roquetas. (3)

-Se nos ha ido la mano.

-No es para tanto.

-¿Tú le has visto la cara al crío? ¡Y después de todo lo que ha echado!

-Bueno, igual el último gin tonic sobró, pero...¿dónde se ha visto una primera consumición es esta familia sin gin tonic?

-Sólo te digo que un poco más y nos había tocado dejarlo en el tanatorio.

-Bah. Yo lo tenía todo controlado.

El coche paró en un semáforo. Había llegado el momento de otra de lsa tradiciones automáticas de la familia.

-Di.

-Derecha.

-De a cinco.

-De a diez.

-Pues ya está.

Partidos de fútbol de semáforo. Las reglas eran muy sencillas: cada peatón que cruzaba en tu sentido elegido, un gol para ti (los bebés no contaban).

-Esta va a ser buena. Este semáforo dura bastante.

De inmediato empezaron los ánimos, que se volvieron chillidos tan pronto como el hombrecillo verde comenzó a parpadear. Con empate en el marcador, una joven inició a lo lejos la carrera y, aunque pareció dudar durante un instante, se decidió a emprender el cruce apurado.

(Acelerón, golpe, acelerón...)

-¡Tú estás loco! ¡Has matado a la chica!

-No, no la he dado de lleno. Una par de fracturas, como mucho.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque sé de estas cosas. Igual que con el chaval. Sé lo que puede beber un crío sin morirse. sé lo fuerte que se puede golpear a una persona con un coche sin matarla.

-¡Eres un majara!

-No, simplemente, no me gusta perder.

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