Buscar en Mundo Jackson

martes, 11 de julio de 2017

La receta del Diablo (1).

-¿Por qué yo, señor?

Aquello era el ejército y en el ejército uno no hace preguntas, y mucho menos de esa clase. Pero el coronel Smith era un tipo campechano y el teniente Saint James necesitaba saberlo.

-Bueno, usted es médico, ¿no? Se supone que certificar una muerte es parte de su trabajo.


Aquello era el ejército y en el ejército uno se traga sin rechistar las impertinencias de un superior. Pero el coronel Smith seguía siendo campechano, por muy inoportuno que hubiera sido el comentario.

-Pero, con el debido respeto, señor, hay otros médicos con mucha más experiencia que yo...

-Precisamente por eso le toca, teniente, porque ninguno de los más veteranos quiere encargarse. Tiene su lógica: Al principio, los morbosos se peleaban por asistir, pero ya llevamos un buen puñado y la novedad y el interés ya han desaparecido. Pero estese tranquilo, muchacho. Le garantizo que es poco más o menos como certificar una muerte en el frente, igual un poco más violento.

-Ya...

-¡Ah, siempre se me olvida que usted llegó cuando la fiesta ya había casi terminado y no vio mucha acción!

-Si le soy sincero, señor, no he visto un cadáver desde la facultad!

-¡Bueno, pues así refresca usted conocimientos! ¡Ja, ja, ja! Adiós, teniente, y no se preocupe, hombre.

-A sus órdenes, señor.

Lo dicho, que el coronel Smith era de lo más simpático.

Mientras salía de la oficina de su superior, el teniente Algernon W. Saint James recordó lo que le había dicho su padre:

"Todos los Saint James desde que se fundó este país hemos servido voluntariamente en el ejército y tú no vas a ser una excepción. Además, te vendrá muy bien para tu carrera como médico".


Al teniente Saint James, el modo en el que supervisar la ejecución de un criminarl de guerra y certificar su muerte le iba a hacer mejor médico simplemente se le escapaba.

No hay comentarios: