13.La
conexión fría y Calculadora.
El Caimán se sirvió una
generosa ración de su destilado favorito. Había que celebrar su
victoria en aquella primera batalla contra aquellas sanguijuelas con
carrera. De sobra sabía que la guerra todavía no estaba ni muchos
menos terminada, y era bien claro que cabía esperar un nuevo ataque
por el frente del dichoso cuadernillo de inglés. No obstante, de
nuevo los estaría esperando. Su primera medida sería reforzar las
trincheras.
La Calculadora era fría, por
malo que resulte el juego de palabras. No obstante, una visita al
despacho del Bien y del Mal le centrifugaba el estómago al más
pintado, y más cuando no se ignoraba el motivo exacto.
-Siéntese...Miré, iré al
grano. Sin duda ya sabrá que a un alumno de su tutoría, Álvaro
Pizarro, le desapareció un cuadernillo de ejercicios de inglés. Mis
informes indican que sigue sin aparecer, y tengo un muy especial
interés en que lo haga, y de inmediato. Por tanto, ya que el
profesor responsable, parece ser absolutamente incapaz de resolver su
propios problema, lo más lógico es delegar en la tutora
responsable.
La Calculadora encajó el
inesperado golpe en silencio. A cualquier otro le habría dicho que
eso no era asunto suyo, que en ese colegio cada uno se ocupaba de la
inmundicia que se generaba en sus clases. Pero al Caimán no le
replicaba. La supervivencia en aquel pantano con pizarra era cuestión
de ver, oír, callar y obedecer sin rechistar. Se había metido en un
buen lío, pues parecía claro que el inútil del Big Ben la podía
arrastrar en su caída hacia la cola del paro. ¡La madre que lo
parió!
-Descuide, padre. Aparecerá.
-De inmediato.
-Por supuesto.
Por supuesto que sí. La
Calculadora tenía sus medios, mucho menos diplomáticos, mucho más
contundentes, que los del infeliz del Big Ben.
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