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viernes, 14 de agosto de 2015

Odio Semiesquina a la Locura (1).

Silbido de bala.

-¡Joder, casi me da!

-¡No exageres, que te ha pasado a tres metros lo menos!

-¡Uno!

-Bueno, me da igual.

-¿Qué pasa por ahí?

-A éste, mi sargento, que casi le dan.

-¡Eh, pero si tu mismo has dicho que me ha pasado a tres metros!

-¡A uno decías tú!

-¡Callarse, coño, y a ver si estamos atentos, que para doce veces dispara el enemigo al día, ya tendría gracia que os diera!

En efecto, en aquella guerra de un solo frente, la munición estaba tan racionada, que solo se abría fuego a la hora en punto.

-¿Y vosotros habéis disparado ya?

-No, mi sargento, le estábamos esperando para que nos diera la orden.

-Ya, pues nada, ¡prevenidos..,!

El soldado agarró con fuerza el fusil y se lo apoyó en el hombro.

-¡Listos...!

El soldado acarició el gatillo al tiempo que parpadeaba nervioso.

-¡Fuego!

Detonación.

-¡Joder, ni cerca, macho!

-¡A ver si tú lo haces mejor!

-¡Cuando tiro yo se les ve agacharse!

-¡Bah!

-Bueno, callarse. ¡Y atentos al próximo disparo dentro de una hora!

-¡A sus órdenes, mi sargento!

Aunque ninguno de los dos contendientes quisiera darse cuenta, aquella guerra civil no iba a ninguna parte.

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