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viernes, 8 de mayo de 2015

Cantata.

¡Aaaaaveee, Marrrrriiiiiii-iiiaa!

La oronda sesentona le propinaba a la memoria de Schubert un puñetazo todavía más agudo y severo que los anteriores.

Las primeras filas a duras penas aguantaban el tipo, en las de atrás -refugiados en el grupo y la relativa lejanía personal con los contrayentes- algunos reían, otros se limitaban a taparse los oídos.

El fotógrafo, gran profesional, le tiraba instantáneas a la criminal soprano con gesto de corresponsal de guerra. No en vano, estaba en primerísima linea de fuego desafinado.

El novio, por su parte, sobrellevaba este nuevo trance con una entereza de nuevo digna todo encomio.

-Vaya tela -le susurró el fotógrafo, que ,finalmente, se había dado a la fuga ante el horror auditivo.

El novio se limitó a encogerse de brazo y le devolvió el susurro.

-¿Habla usted alemán?

El fotógrafo negó con la cabeza.

-Entonces, usted no es capaz de apreciar este horror en toda su crudeza.

-¿Tan mal lo está pronunciando?

-Ni una palabra bien, ni por asomo.

-¿Y de dónde ha salido esta señora?

-Amiga de la madre. Íntima.

-Entiendo.

-También va a cerrar la ceremonia. La pieza es sorpresa.

-Una emboscada.

-Exacto. A Traición.

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