-¡Lo tenía que haber visto ganar el Derby!
-No me gustan las carreras...¡Vamos!
-¿Ya se lo lleva?
-Sí, se lo dejé bien claro. Mi norma número uno es que yo llegó a mediodía, y que ya tienen que estar todas las despedidas hechas.
-¡Déje que le de una última caricia!
-¡Me voy!
-¡No sé cómo tiene usted el estómago de hacer este trabajo!
-No es cuestión de estómago, sino de corazón. Les ahorro un trago insoportable a gente como usted. No obstante, si no le gusta, me voy y tan amigos.
-Sí, claro. Perdone. ¡Adíos, Dash-Flash!
-¡Norma número dos, nada de nombres, no quiero saber cómo se llama el bicho!
-¡No es un bicho, es un caballo, un ser vivo, tierno, dulce, más que muchas personas que conozco!
-Norma número tres de este negocio, son bichos.
-Ya.
-Entiéndalo, es una cuestión de higiene mental...y emocional.
-Entiendo. Gracias, ¡lléveselo de una vez!
-Tenga, séquese las lágrimas.
-Gracias.
-De nada, los pañuelos de papel van incluidos en el precio de mis servicios.
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