-¿Un caballo?
-Hay que diversificar el negocio.
-Pero yo pensaba que el hipódromo tenían veterinarios.
-Por supuesto, pero parece que ninguno le quiere poner la inyección a este, y tampoco parece que haya ningún mozo dispuesto a llevarle.
-¿Tan especial es?
-Una auténtica leyenda. Todo esto es una tragedia para el mundillo.
-¿Y cómo lo piensas hacer?
-Ellos mismos me proporcionar el transporte: una camioneta especial.
-¿Y a qué veterinario le vas a llevar?
-Al mío de siempre.
-¡Pero si ese sólo trabaja con perros, gatos y algún conejo que otro!
-Todos los animales son eso, animales. Iguales, a este le pondrá lo mismo que a un perro, sólo que en dosis de caballo.
-Muy ingenioso.
-Sí, soy un auténtico cachondo: aprendí de los mejores.
-¿En serio?
-¡Hasta del mismísimo Diablo en persona!
-¿El Diablo?
-Pasamos una tarde juntos. Te meas de la risa con él, un tipo simpatiquísimo, y con una vis cómica ciertamente envidiable.
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