José Ignacio Arapil (Josenacho para los miles de amigos, amigotes y amigachos) se caló bien las gafas de sol, un elemento fundamental para camuflar la ausencia de sueño y la importante resaca. Bostezó con el magistral disimulo del que inició una carrera de crápula con trece años.
-Llegas tarde.
-Lo siento, papá.
-Que sea la última vez.
-Ya sabes que a mí no me van estos circos.
-Ya sabes que sin estos circos no hay viajecito a Hong Kong.
A Josenacho le gustaba considerarse un nómada contemporáneo, un aventurero adicto a los viajes. Daba el perfil, salvo por el teléfono móvil de carísima última generación y la tarjeta de crédito espléndidamente respaldada por la poderoso cuenta corriente familiar (los pantalones, por otro lado, sí que eran de mercadillo).
-Vamos, papá, no te hagas la víctima, que te encanta perderme de vista un mes.
-¡Tú tampoco te vas llorando al aeropuerto, pedazo de mamón, y sonríe, que viene la cámara!
"Y ahí tenemos a Pepé Arapil y su hijo compartiendo un momento de complicidad, como delatan sus sonrisas. ¡Qué estampa tan propia de este 'Encuentro de las familias'!", indicó Marisa Pérez Poe.
-Por cierto, hermanita, el fichaje de tu novio anoche se cepilló a una amiga tuya en los lavabos del "Mister Dixie".
-Farla Díaz.
-Premio.
-Bueno, supongo que me la debía, después de lo que yo le hice a Jaja cuando estaban juntos.
-No te pongas medallas, hermanita, que fue él quien hizo todo el trabajo sucio...
-¿Eso va contando por ahí?
-Ya ves...
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