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martes, 23 de septiembre de 2014

General Ambición (4).

-No es buena cosa que les enseñen tanta estrategia a los militares en las academias.

La fiel mano de derecha se rió de rabia.

-Ese hijo de su madre es más listo que mil zorros.

En efecto, el numerito del río había dado al general Reguía la excusa perfecta para declinar la oferta de presentarse a la alcaldía de su pueblo. Al fin y al cabo, ¿cómo podía ponerse al frente de una localidad donde había sido multado por saltarse a la torera la ley y donde, para colmo, se había enfrentado a la autoridad?

-¿Cómo puede ser la gente tan inocente como para tragarse un montaje tan burdo? ¿Acaso no saben que cualquier elemento de uniforme en este país reverencia y venera a Reguía? ¡Esos guardas le habrían pescado los peces ellos mismos usando sus propias manos si Reguía se lo hubiera ordenado!

-Sí, jefe, la jugada en perfecta. Los únicos votos que podría perder con todo esto son los de los ecologistas.

-Los que no iba a ganar jamás de todos modos.

-Exacto. Y, además, ha reforzado el apoyo que ya tenía de los anti-ecologistas.

-Mamón...¿Cual será su próximo movimiento?

-Me preocupa más decidir cuál será el nuestro.

-Tenemos que intentar que la jugada de los peces se vuelva en su contra. ¿Quién nos debe un favor en la Comisión Continental de Agricultura, Caza y Pesca?

-Henry.

-¡Cierto, el viejo Henry y su afición a hacer cosas raras con los pobres animalitos!

-Y grabarse.

-Bueno, supongo que esas cochinadas son menos impropias siendo comisario de caza.

-Lo que resultó muy propio fue que le hiciéramos el favor de que aquella cinta tan comprometedora acabara en el fondo del mar con los peces.

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