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lunes, 22 de septiembre de 2014

General Ambición (3).

-Hacía siglos que no hacía esto. Desde que era un crío, de hecho.

-¡Pues nadie lo diría, que ya ha cogido un par de ellos!

-La suerte del re-principiante.

Cuando el general Reguía era un chaval, todos los muchachos del pueblo solían bajar al río que bañaba la ciudad a pescar las llamadas "truchas mineras", sin que pasara nada. Pero hacía una década, una agencia internacional de protección de animales, por intercesión de un grupo ecologista local, había declarado a la "trucha minera" de marras como especie protegida. Estaba prohibido pescarlas, bajo importante multa.

-¿Falta mucho para que aparezcan esos malditos guardas forestales, comandante?

-No, les dije que vinieran a las diez...¡Ahí están!

-Estupendo, empieza la comedia.

Los noticieros propagaron la noticia en cuestión de minutos: el prestigioso general retirado Reguía había sido sorprendido pescando una especie ilegal en el río de su ciudad natal y, al ser sorprendido y multado por las autoridades, no había dudado en mostrar su indignación ante lo que el calificaba de una "absurda legislación", puesto que "hay truchas mineras para dar y tomar".

-La ley es para todos y todos debemos respetarla , por muy general que sea -declaró rotundo e indignado a los micrófonos de televisiones y radios el oficial al mando de la comandancia local del Departamento de Protección del Patrimonio Natural (DEPROPANA).

Terminada la entrevista, dicho oficial tomó el teléfono y, con la máxima discrección, efectuó una llamada telefónica.

-¿Cómo he estado, comandante Omar?

-Impecable, absolutamente impecable. Le felicito.

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