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lunes, 16 de diciembre de 2013

El Asunto Maryonat (y 4).

-Pero, oiga, ¡habrá que notificar a las autoridades que esto está aquí!

-Pero, ¿para qué? ¡Si estas pistolas están ya más oxidadas que yo! ¿No le he dicho que son de cuando Maryonat era joven?

-¡Si realmente fueran suyas, estarían en un museo!

-¿Mostraría usted las armas que usó para matar a gente inocente?

-¡No diga tonterías, si Maryontat hubiera hecho eso, se sabría!

-¿Quién lo iba a contar, quién iba a manchar la reputación del salvador del país?

-¡Pero se habría sabido en el época, las familias de los policías, de esa mujer y ese niño!

-Eso fue en la época de Boersen, y bien sabrá usted que con el dictador nos enterábamos de la mitad de la mitad...

-Pero, ¿y los hombres que estuvieron con Maryonat, sus compañeros de huida...?

-¿Por qué habrían ellos de reconocer que mataron a inocentes?

Aquello ya sí que era demasiado.

-¿Y cómo sabe usted todo esto que nadie sabe?

-Ya se lo dije, porque me lo contaron ellos mismos.

-¡A usted y a nadie más!

-Yo era el único subía aquí, no se lo pudieron contra a otros...

-¿Y por qué le habrían de confesar a usted esos crímenes?

-Quizás porque entonces no les parecían tan graves.

-Es decir, que hay una gran campaña de silencio para evitar que se sepa que un líder mundialmente reverenciado era un asesino. ¡Si eso fuera verdad, le habrían matado!

-Hombre, sí es cierto que me vinieron a ver. Y fueron muy convincentes, la verdad.

-¿Y por qué no le liquidaron?

-Maryonat no era un asesino o, mejor dicho, había dejado de serlo. Les basto que jurara silencio.

-¿Y por qué me cuenta usted ahora todo esto?

-Pues porque presiento que no me queda mucho, y, después de todo, aquella mujer y aquel pobre niño merecen que se sepa la verdad.

-¿Y qué quiera que haga yo ahora?

-Lo que le dicte su conciencia, amigo.

(Dedicado a la memoria de las víctimas del Umkhonto we Sizwe).

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