-¿Lo sabe él ya, doc?
-¡¿Cómo quieres que lo sepa, Mitch?! Los resultados acaban de llegar. Aunque supongo que algo ya se barrunta.
-¡Ni que fuera un elefante! En fin, alguien tendrá que decírselo.
-¿Qué tal tú, Mitch? ¡Tienes experiencia en decirle a la gente que va a morir sin remisión!
-¡No hagas bromas con eso! Sabes que lo pasé fatal aquellas dos veces.
-Gajes del oficio, Mitch. Si no querías conducir a personas hasta la muerte, no haberte hecho alcaide de la penitenciaría del estado.
-Son gajes del oficio, tú mismo lo has dicho.
-Bueno, tampoco creas que para mí fue agradable certificar esas dos muertes.
-Dejémoslo, doc.
-¡Y esperemos que el nuevo gobernador Connors también lo deje y no nos mande a más!
-No lo hará. Ya sabes lo que piensa él de las ejecuciones. Connors no es como Johnson.
-Perfectamente.
-En fin, cambiemos de tema. ¿Por qué no le decimos al páter que nos eche una mano?
-Sí, será lo mejor. Él se lleva muy bien con Brady.
-¡Todo el mundo se lleva muy bien con "el Viejo"!
-Sí, es una pena que se nos vaya a ír.
-¡Es ley de vida!
-¿Cuánto tiempo llevará enjaulado, Mitch?
-No lo sé. Muchísimos años. Desde el 44, si no recuerdo mal.
-¡A eso le llamo yo cumplir una cadena perpetua!
-Se la merecía. Ya sabes lo que hizo y lo que pasó, doc.
-Todo el mundo de cierta edad en el estado lo sabe. Se la merecía, sin duda. Pero de eso hace ya muchísimos años, tú mismo lo has dicho.
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