-¿Qué pasa, cariño?
Si Sally hubiera sabido la cantidad de días sin comer y noches sin dormir que el puesto traía de propina, nunca le habría aconsejado a su marido que aceptara el cargo de alcaide.
-Se trata de Brady...He hablado con el gobernador y me ha dicho que jamás le concederá el indulto.
-¿De qué te extrañas? Ye te lo dije: ¿concederías la libertad al asesino de tu abuela y, para colmo, perdiendo un montón de votos?
-Hace más de medio siglo de aquello...Tadeus Brady es una persona totalmente diferente.
-Lo sé de sobra. ¡Y lo bien que se ven las teles después de pasar por su manos!
-Pero no hay nada que pueda hacer. Mañana mismo le daremos los resultados médicos.
-Quizás no sean tan malas noticias para él. Puede que la muerte para un hombre que lleva entre rejas desde el 44 sea una auténtica liberación.
-Sí, pero...¡la ilusión de Brady es morir en libertad!
-Él jamás ha pedido el indulto. Sabe que es imposible y ya está resignado a su suerte.
-Resignado...No me gusta esa palabra.
-¿Por qué? La resignación es el premio de consolación cuando no se puede cumplir un sueño.
-¡Me encantas cuando te pones filosófica!
-Pues déjame que siga...Tú mismo me has dicho muchas veces que no conviene confundir Ley con Justicia. La primera ha decidido que Brady debe morir encerrado, pero a ti tu sentido de la Justicia te dice lo contrario...
-Sí.
-¡Pues tómate la Justicia por tu mano, tío!
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