¡¡¡Piiii, piiii, piii!!!
Sonó el silbato del árbitro por tercera vez, cada vez más y más irritado, rayando ya la ira. El portero, por su parte, repitió los aspavientos de antes, pero ahora encogiéndose de hombros.
-¡A ver, seis, que ya le he dicho que no puede pararse en seco delante del balón! ¡Carrerilla, y chutar; carrerilla y chutar!
-Es que...¡No sé para qué lado tirar, o si hacerlo por el centro, señor colegiado! ¿Por qué no me aconseja usted?
-¡¿A mí qué me cuenta?! ¡Ahí está la gracia del penaty y su ejecución!
-Pues...¡menudo gracia que me hace a mí! ¡Si tiro fuerte, igual lo tiro fuera, pero, por otro lado, si va flojita...más fácil para el portero!
-¡Mire, seis, me da igual! ¡Le doy una oportunidad más y, si no chuta, se lo doy por fallado!
-¡Ay, no me diga eso, señor colegiado! ¡Que me mi equipo se juega mucho!
-¡Déjese de tonterías y tire el maldito penalty, que nos van a dar la uvas!
-Si es que yo nunca tendría que haber llegado aquí...¡Debería haberle pedido el cambio al entrenador cuando estaba claro que íbamos a terminar en esto...., pero, por otro lado, ¡quién se iba a figurar que íbamos a tener que tirar todos!
-¡Venga, hombre, no me sea cobardica, seis! ¡Tire el penalty de una santa vez!
-¿Y no podría saltarme...? ¡Que lo tire otro compañero por mi!
-¿Pero usted no conoce el reglamento, hombre de Dios?
-O...,¿por qué no lo tira usted? ¡Hágame ese favor, por lo que más quiera se lo pido!
-¿Pero usted está borracho o qué? ¿Cómo va el árbitro a tirar un penalty?
-O un juez de línea, o pédimos un voluntario del público, ¡o lo echamos a cara o cruz! Pero, por lo que más quiera....¡por sus hijos, que seguro que un hombre tan guapo como usted tiene, no me haga tirar el penalty!
El árbitro estuvo por sacarle tarjeta amarilla al seis, pero, como estaba llorando histérico en su hombro, le dio cosa.
El pobre colegiado no sabía qué hacer. Debe ser que la dichosa duda es muy contagiosa.
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