El Mercenario suele pasarse por la Academia Avanzada de Vuelo de Combate siempre que puede para volar, hablar y vivir con los jovenes que en cuestión de semanas serán sus hermanos de armas. Sabe que quizás debería quedarse allí y dejar la primera línea de fuego, como tantas veces le han sugerido sus superiores. Ya no es ningún niño y seguramente su experiencia en más valiosa enseñanando que luchando. Pero él es reticente.
En la Academia en más improbable que le maten.
Los jovenes cadetes le respetan y admiran, por lo que todos están en silencio mientras él les habla, algunos hasta le escuchan y alguno que otro puede que incluso le haga algo de caso.
En su última visita antes de que los novatos se gradúen, el Mercenario siempre les dirige las mismas palabras.
-Miren, señores, son ustedes jovenes, y esto les confiere unas características muy peligrosas: son ustedes una pandilla de idealistas que se creen que lo sabe todo. Pierdan ambos rasgos si desean sobrevivir algún tiempo cuando entren en combate. No saben ustedes absolutamente nada, así que confíen en sus compañeros más experimetnados, síganles ciegamente o morirán pronto. En lo que repecta a sus nobles ideales románticos de caballeros alados del aire, desháganse de ellos. Van ustedes a combatir contra una pandilla de hijos de la gran puta que matan a niños y ancianos desvalidos a bombazos, y sólo hay una manera de derrotar a un hijo de puta, y es siendo más hijo de puta que él. Desengáñense, no se puede vencer al Mal exclusivamente con el Bien, al menos no en una guerra a bombas y tiros. Si no son capaces de asimiliar y aceptar este concepto, es mejor que lo dejen antes de empezar. No sé quién empezó esta guerra, ni me importa, sólo sé que alguien hay decidido que sólo pueden vivir nuestros niños o los suyos, y hay que hacer todo lo posible para que los que mueran sean los hijos de ellos, aunque todo lo posible signifique matarlos nosotros personalmente. ¿Alguna pregunta?"
Nunca la hay.
-Bien, pues a volar.
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