-¡Ves, esto es otra cosa! ¡Así, sí! ¿Te das cuento lo poco que cuesta hacer las cosas bien, Alvarito?
-Sí, Don Julio.
A la mierda el acentor alpino, el águila real, el aguilucho cenizo, el buitre leonado, la cigüeña común y el
colirrojo tizón. Don Julio y el Señor Ministro ya tenían exactamente lo que querían.
Los resultados del estudio se presentaron en rueda de prensa, con el Señor Ministro, Don Julio María y Azarías Romera.
Los ecologistas, como era de esperar, habían denunciado que la investigación estaba escandalosamente manipulada, ante lo que el Señor Ministro, en respuesta tipo, arguyó -no sin su parte de razón- que esas organizaciones recibían subvenciones de sus opositores políticos y que todo aquello era una manera de atarcarle a su partido y a él en año electoral.
El caso es que la fábrica no se iba a cerrar y que los trabajadores estaban contentos y, lo más importante, Vincente Garguela estaba contento. Eso garantizaba un buen puñado de votos.
-Señor Ministro...Bien, es usted un hombre de palabra, un hombre que se viste por los pies.
-Gracias, Don Vicente.
Las elecciones se ganaron y, aparentemente, el tema de la fábrica y la dichoso Glaxosemina estaba cerrado para siempre.
Aparentemente.
-Don Julio María.
-Dime.
-El señor de la Arriajo, de la empresa CleanAirTerra.
-Bien, pasamelo.
En Política, a un empresario siempre se le escucha, a ver qué te tiene que contar.
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