Resulta muy complicado explicarle a alguien que no es futbolero qué se siente cuando eliminan a tu equipo de una competición europea.
Quizás la mejor definición nos la proporcione un dicho muy popular del propio mundillo del balón arlequinado (ya se sabe, los dichos son siempre muy sabios): "Lo peor no es perder, sino la cara que se te queda".
Sí, ese el mejor resumen del peor sentimieno: la cara, más espejo del alma que nunca. Con esa expresión mezcla tóxica de rabia, decepción, pena e impotencia.
La rabia de que se han fallado goles cantados, ellos han tenido mucha suerte y el árbitro nos ha robado escandalosamente (en otras palabras, que ellos han sido mejores).
La decepción de que este año tampoco va a ser, por mucho que uno estuviera convencido de que sí (uno siempre tiene fe ciega en las posibilidades del equipo, aunque luego, con la perspectiva que da el paso de los años, se eche la vista atrás y se reconozca sincero que: "¡con ese equipo no había nada que hacer!")
La pena de que se va una ilusión y que hasta dentro de un buen puñado de meses no la vas a poder recuperar.
Y la impotencia de que te tienes que comer la rabia, la decepción y la pena, y no hay absolutamente nada que se pueda hacer. Tan sólo irte a tu casa en silencio, con la cabeza gacha y seguir con tu vida.
Esta es, pues, y en diez cómodos plazos, la crónica de las decepciones europeas del Madridismo, de las 45 noches aciagas -"Noches del Trauma"- en que se acabó lo que se daba y hubo que posar la vista en la temporada siguiente. Algunas veces, se sufrió la muerte casi dulce y totalmente absurda de caer en las primeras eliminatorias; otras, en cambio, nos pusieron banderillas de castigo con una derrota en la final, cuando uno tiene el trofeo a pocos metros de distancia.
La historia de la Gloria Europea del Real Madrid se ha relatado mil veces, esta es la historia de la Miseria, y de toda la Gloria que -a su modo- también lleva aparejada.
No se la pierda.
  
 

 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario