Buscar en Mundo Jackson

lunes, 20 de mayo de 2013

El Mercenario: Las Fotografías Perdidas.

El Mercenario ocupaba un cuarto en uno de los barracones de los oficiales. Como coronel, tendría derecho a algo mejor. Pero eso era más propio de los coroneles con una familia que él no tenía y, además, le gustaba convivir con sus comandantes, capitanes y tenientes. Si quizás haya que morir juntos, también hay que vivir juntos. Además, tenía la sensación de que así le respetan más.

Si es que eso era posible.

El Mercenario dedicaba el poco tiempo libre que le dejaba la guerra a buscar un poco de paz. Le gustaba leer, por el leer en sí, y porque al Enemigo no le gustaba que se lea.

-¿Se puede, mi coronel?

Tenía, en efecto, poco tiempo libre, ya no sólo por la lucha, sino porque sus hombres a menudo iban buscar en él respuestas al mundo de preguntas que les había tocado vivir.

-Adelante, capitán.

Todos ellos estaban tan unidos como un grupo de personas puedan están, pero sin perder las formas.

-Le quería comentar un asunto, mi coronel.

-Usted dirá.

-Verá, me quiero casar y no sé si sería posible tomarme una semana de permiso para hacerlo y pasar unos días con mi esposa.

El Coronel miró directamente a los ojos de su subordinado.

-¿Está usted seguro de eso, capitán?

-Bueno....la quiero mucho...

-No me refiero a si la quiere o no, me refiero a cuánto tiempo va a poder seguir haciéndolo. Nuestro oficio es peligroso, no hace falta que se lo recuerde.

-Es por eso, mi coronel, porque no me quiero morir sin haber sido su marido.

El Mercenario asintió sesudo.

-De acuerdo. Váyase mañana y vuelva el siete. Nos las arreglaremos para seguir ganando esta guerra sin usted. Y disfrute de esos días, no va a ser usted jamás más feliz. Un lujo en los tiempos que corren.

-¿Estuvo usted casado, mi coronel? Si me permite la pregunta.

-Se la permito. Sí, y tuve una familia. Y ahora no tengo nada.

El Mercenario parecía muy incómodo, más amargo por segundos. El capitán se dio cuenta de lo inapropiada que había sido la pregunta y decidió marcharse.

-En fin, si no ordena nada más, me voy. Gracias, mi coronel.

-Muy bien. Sea feliz. Y no pierda tiempo haciendo fotos. Las fotos son absurdas. Yo hice muchas y las he perdido todas. Aunque me da lo mismo. No me hacen falta fotos para recordar cómo eran sus caras.




No hay comentarios: