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viernes, 27 de enero de 2012

Historias Imaginarias de un Colegio Imaginario que Jamás Existió: Don Eladio.

Al final del pasillo, dos figuras se acercaban lentamente, una, encorvada y con la ayuda de un bastón, mientras que la otra le sujetaba por los hombros. En el otro extremo, apoyados en el quicio de la salita de entrevistas, aguardaban "Llamadme Gus" y Trestuestes.

-Ves, te lo dije, macho. La "Sofi" saca la artillería pesada. En fin, tú déjame a mí, y recuerda el plan ¿vale?

-Muy bien.

-Hola, Sofía, ¿cómo estás?

-Ya, ves...He traído a mí padre, que no se ha podido la chica quedarse con él. No os importa, ¿verdad?

-No, por supuesto que no. ¿Cómo está don Eladio?

-Regular, regular, don José Luis...Está nieta mía...¡A ver si se puede hacer algo! En fin, que yo les espero aquí fuera, sentadito.

-Muy bien...Sofía, te presento a Agustín.

-¿Usted es el de la que tiene pendiente?

-Exacto.

-¿Y no hay manera de que la apruebe ahora, Agustín?

-Es que, mira, Sofía. Aquí tengo el examen...Está en blanco...

-Sí, claro...En blanco, no...No puede ser...¡Qué rabía, qué rabia, esta niña mía!...Por una no pasar...¡La mato, la mato!...Y lo peor va a ser darle el disgusto al abuelo, porque, por mucho que yo le he intentado convencer, él venía con la ilusión de...bueno, ya lo ha dicho él: "!A ver si se puede hacer algo!"...¡Y son 81 años!

José Luis Trestuestes le entregó a la desconsolada madre el pañuelo que ya tenía secretamente preparado desde el inicio de la entrevista.

-Bueno, no pasa nada. ¡Seguro que en septiembre lo saca!

-¡Pero a su abuelo le hacía tanta ilusión ver a la niña en la universidad!...¡A ver si hay suerte y pasa de verano, con lo delicado que está!

Entonces, el plan de Trestuestes se puso en marcha. Cañizo -el de secretaría- asomó la gaita por la puerta y dijo, en voz alta y de manera que todo el mundo se enterara: "¡Siento molestar, pero tenemos un incendio y hay que desalojar de inmediato!"

-¡Ay, mi padre! -gritó la desconsolada madre al tiempo que salían todos escopetados por la puerta.

No había problema, el delicado don Eladio, que también había oído la noticia, había salido por pies en dirección a la puerta, dejando abandonada en la huida su garrota y la postura encorvada.

-¡Hay que ver lo que hace la adrenalina, eh!

-Sin duda, Sofía, sin duda.

A "Llamadme Gus" le costaba aguantarse la risa. También a Jose Luis, pensando en la pelotera que iban a tener padre e hija en el taxi de vuelta a casa.

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