Buscar en Mundo Jackson

jueves, 26 de enero de 2012

El Curioso Caso del Empleado de Finca Urbana.

-Buenas tardes, Rogelio -saludó Doña Encarnación.

-Muy buenas -contestó el portero sin levantar la vista de las páginas de un libro.

-¿Se ha enterado de lo de la del quinto izquierda?

-No -replicó tajante, desinteresado, todavía sin interrumpir su lectura.

-Pues nada...ya se enterará.

-Muy bien.

Doña Encarnación pulsó el botón del ascensor con indisimulado gesto de contrariedad. "Este muchacho, este muchacho...¡Qué seco en el trato!...Y no hace más que leer...Valentín era mejor, más de estar en la calle, más al tanto de la cosas, ¡lástima que se haya jubilado y vuelto al pueblo", pensó la venenosa anciantita.

El trabajo era ideal para Rogelio: aparte de cumplir con sus variadas obligaciones, todo lo que tenía que hacer era pasar largos ratos vigilando su portería. No ignoraba que el resto de sus compañeros de calle preferían matar en tiempo apoyados en algún automovil, y bien atentos a las entradas, salidas y compañías de todos los habitantes del barrio, siendo los ojos y los oídos de una peculiar agencia de información que se citaba en el bar, en turnos de desayuno, aperitivo y cena, y que luego pasaba y recibia informes en coordinación con la legión cotilla de las Encarnaciones del vecindario.

Pero el prefería el calorcito de su chiscón y sus libros. Estaba mucho más interesado en las aventursas de Rob Roy o Atticus Finch que en los problemas matrimoniales de los Pérez Mojedada.

Entoncés, por la puerta del portal, asomó el tosco rostro inafeitable de Ildefonso, el del 32.

-Psst, "shavá", ¿te "vie" al bar?

-No, muchas gracias, no tengo sed.

-"Pué na", tú mismo.

"La última vez que se lo digo, que le den por donde amargan los pepinos. ¡El señorito se cree mu' importante con sus libros", pensó Ildefonso, harto de que lo poco sociable que era Rogelio, y también harto de no enterarse prácticamente de nada de ese bloque.

Rogelio suspiró, pasó página y siguió con su lectura.

No hay comentarios: