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viernes, 4 de noviembre de 2011

Historias Imaginarias de un Colegio que Jamás Existió: La Delgada Línea.

Con todo el tiempo que lleva metido en la profesión, a Leopoldo esas cosas ya no deberían afectarle, pero lo siguen haciendo.

Manzano es hoy su paño de lágrimas -secas y amargas- de guardia.

-Te tengo dicho que no te tomes estas cosas tan a pecho, macho, que este trabajo es así. ¿Sabes lo que me dijo el otro día un padre a mí? Pues que quién era un simple maestro pare darle lecciones a nadie. ¡Joder, si ya ni los maestros podemos dar lecciones...! Me costo aguantarme la risa y todo.

A Leopoldo la anécdota le dibuja una sonrisa, pero está trazada con borrones, como si la hubiera pintado un torpe estudiante de delineación.

-¿Dónde está el límite? ¿Qué separa la broma inocente, la chiquillada de los actos de un canalla cabrón y sin escrúpulos?

-No lo sé...Sabes, dicen que en los países donde hay niños-soldado, son los más temidos por su crueldad...

-Me lo creo.

-Ya.

-Pero, ¿quién les enseña?

-La mayoría nacen con ello, Leo. Y la vida ya se encarga de potenciarlo.

-¿Y por qué no somos capaces de corregirlo?

-Es imposible. Reconócelo, ser cruel es muy divertido. Mira las pelis de risa, ¡crueldad a raudales!

-¡Pero es que son los hombres y las mujeres del mañana!

-Exacto, Los chulos indeseables, los maltratadores, las que humillan a las empleadas...

-¿Cómo podemos tener el fracaso delante de nuestras narices y quedarnos tan tranquilos?

-Nadie es perfecto, Leo...Pero no estoy de acuerdo en que nos quedemos tan tranquilos, simplemente aprendes a convivir con lo inevitable y procuras hacerte la menor cantidad de mala sangre posible.